Oviedo, E. B.

«Una miga de pan que accidentalmente caiga en el café puede producir una reacción muy desagradable si eres celíaco», explica Antonio Aguado, presidente de la Asociación de Celíacos del Principado de Asturias. Aproximadamente 2.000 personas como él están diagnosticadas de esta enfermedad -intolerancia al gluten- en Asturias. A pesar de que no existen estudios epidemiológicos de esta patología que afecta al uno por ciento de la población, es elevado el porcentaje de enfermos que aún ignoran su dolencia.

Esta enfermedad, que tiene un gran factor genético, provoca que ante la ingesta de gluten, las vellosidades intestinales se atrofien produciendo problemas como anemia ferropénica, diarreas, problemas cutáneos o articulares. Para Aguado lo fundamental es tener información correcta y voluntad. «Se puede comer merluza, pero no a la romana», todo es cuestión de aprender a cocinar con productos sin gluten: nada de trigo, avena, cebada o centeno y al final «es la enfermedad más agradecida desde el diagnóstico», que en su caso fue realmente tardío -ya pasados los cincuenta años-. Aunque reconoce que los productos tienen un precio que dobla y en ocasiones triplica el de los alimentos normales. «Mi desayuno cuesta el doble que el de mi mujer», comenta Aguado. Y recuerda que en algunas comunidades como Castilla-La Mancha, el Gobierno designa ayudas para contribuir a financiar los excesivos costes diarios de esta patología. Costes al margen, Antonio Aguado reconoce que el acceso a este tipo de productos no es difícil, que cada vez existen más lugares con carta para celíacos y que la conciencia social ha aumentado en los últimos años gracias a la información y «ya no nos ven raros, la gente conoce la patología».

Pero no es sólo cuestión de dinero o de buena intención: hay que ser muy delicado para evitar la llamada «contaminación cruzada», la que viene de equivocaciones o de restos de cocinar con otros productos en las sartenes. «Hay panaderías que se ofrecen a hacerte pan sin gluten, pero tienen harina por todas partes», cuenta. Y es que una salsa elaborada con harina puede ser la ruina para un celíaco, explica.

Desde su asociación, que cuenta con 960 miembros, además de escuelas para padres, guías con recetas de cocina y listas de alimentos y cursos de cocina, realizan una importante labor, por ejemplo, en colaboración con empresas y colegios, para conseguir adaptar la alimentación a los niños celíacos de forma que no sea muy aburrida y concienciar a los maestros para que sepan abordar las situación en el caso de los más pequeños -bolsas de chucherías especiales sin gluten, son una estrategia fundamental para no generar problemas en alguna celebración, por ejemplo-.

Pero a Aguado se le ilumina la cara al hablar de otro proyecto con el que sueña: quiere buscar acuerdos con la Consejería de Turismo y con los distintos ayuntamientos del Principado para conseguir su idea de «mesa para todos». Se trata de que los celíacos «podamos andar por toda Asturias y que todos los de España encuentren también aquí un lugar sin problemas para comer». De momento este proyecto va dando sus primeros pasos con un acuerdo con el Ayuntamiento de Ribadesella para que en sus hoteles y restaurantes dispongan de carta sin gluten. Es el «Asturias, paraíso natural» al que Antonio Aguado quiere añadir «con y sin gluten».