Oviedo, E. URQUIOLA

«El curso de 1967-1968 no fue nada tranquilo en la Universidad de Oviedo, sobre todo si se compara con algunos cursos anteriores, y si se tiene en cuenta la contundencia con que la Policía y el Gobierno actuaron contra la disidencia, por tímida que fuera», afirmó el miércoles Javier Rodríguez Muñoz, director del Club Prensa Asturiana de LA NUEVA ESPAÑA, al comienzo de la mesa redonda «El Mayo del 68 en la Universidad de Oviedo».

Durante la charla, Cheni Uría Ríos, José Manuel Pérez «Pravia» y David Ruiz, estudiantes y profesor de Historia Contemporánea en aquella época, respectivamente, relataron su experiencias de los acontecimientos acaecidos en el curso 67-68 en la Universidad y su visión de los movimientos estudiantiles simbolizados con el mayo francés.

Cheni Uría expuso que en esas fechas los estudiantes antifranquistas activos y organizados eran una pequeña minoría que se articulaba en torno a tres núcleos principales: el Partido Comunista (PC), la Juventud Estudiante Católica (JEC) y el Frente de Liberación Popular (FLP). Este último, según explicó Uría, estaba caracterizado por una «inestable» combinación de ingredientes ideológicos diversos: un pensamiento socialdemócrata de izquierdas, un «acendrado» tercermundismo que tenía sus principales iconos en el Che Guevara y Ho Chi Minh, una «radical» oposición al imperialismo estadounidense y una «profunda hostilidad» hacia el comunismo soviético. Indicó que el FLP se convirtió entonces en el principal receptor y difusor de los mensajes venidos de Francia. «Lo que leíamos y escuchábamos parecía confirmar nuestras tesis: la vieja izquierda estaba superada, se hacía necesaria una nueva cultura política, un nuevo espíritu utópico», manifestó Uría.

Por su parte, José María Pérez explicó que el movimiento estudiantil ovetense tenía como su reivindicación más importante la consecución de un régimen democrático y, por tanto, la derrota del franquismo. «Es verdad que había sectores del movimiento estudiantil en los que se tenía, o teníamos, planteamientos ideológicos que iban más allá de la consecución de esas libertades, porque militábamos en formaciones políticas de izquierda, pero, esencialmente, las manifestaciones y luchas de los estudiantes de Oviedo eran por conseguir libertades democráticas», aseguró Pravia.

Desde su perspectiva como profesor en el 68, David Ruiz contrastó el lema «la imaginación al poder», que llegaba desde París, con lo sucedido en Asturias. Ya en 1967, comienza la desindustrialización de la región, los campesinos inician su primera guerra de la leche y se celebran las elecciones de los procuradores en Cortes «con la gran novedad de incorporar el tercio familiar». Además, en la Universidad de Oviedo se organizan por vez primera juicios críticos contra algunos profesores. «Esto último, para mí, resultó lo auténtico del mayo francés», resumió Ruiz, para quien, «sin embargo, fue mucho ruido y pocas nueces», ya que sólo se sometió a ese juicio a dos profesores.