Nueva York, Agencias

El coreógrafo y bailarín estadounidense Merce Cunningham, fallecido ayer en Nueva York, a los 90 años, estaba considerado uno de los artistas que revolucionaron la danza en el siglo XX. Hasta los últimos momentos de su vida y desde una silla de ruedas, el legendario coreógrafo continuó dirigiendo su compañía de ballet, fundada en 1953 como un laboratorio de movimiento abierto a la innovación. Cunningham era mundialmente reconocido como el mejor coreógrafo vivo y como uno de los hombres que supieron mantenerse en la vanguardia de la danza contemporánea. El norteamericano empezó aprendiendo zapateado y baile de salón con una profesora local, Mrs. Barrett, en su ciudad natal.

En 1944 se produjo el encuentro que marcó su vida y su arte: realizó su primer espectáculo propio, con música del compositor John Cage, que fue su compañero hasta su muerte, en 1992. Desde la creación de la compañía de danza que lleva su nombre, Cunningham firmó más de doscientas coreografías. Destacan, entre ellas, piezas magistrales como «Un jour ou deux», «Westbeth», «How to Pass», «Squaregame», «Split Sides» (con música de Radiohead), «Suite for Five», «Crisis», «Second Hand», «Ocean», «EyeSpace» o la última, «Nearly Ninety» (Casi noventa), que estrenó hace unos tres meses.

«Veía la belleza en lo ordinario, y eso es lo que le hacía extraordinario. No se dejaba llevar por los convencionalismos, era un verdadero artista, honesto y próximo en todo lo que hacía», indicó el director ejecutivo de la Fundación Merce Cunningham, Trevor Carlson, tras darse a conocer ayer el fallecimiento. Su manera de ver el arte y su amor y su pasión por la danza hicieron de él uno de los grandes bailarines y coreógrafos de todos los tiempos, incluido entre los grandes del siglo XX, como Isadora Duncan, Sergei Diaghilev, Martha Graham o Balanchine.