Oviedo, J. C. GEA

La transformación del paisaje cercano -rural o urbano, costero o boscoso- desde una sensibilidad y unas técnicas que consiguen destilar su poesía es el nexo que une las dos exposiciones, una de pintura y otra de fotografía, que hasta el próximo 8 de enero comparten el espacio de la galería Texu: de una parte, la individual titulada «Bosques, tránsitos y escenarios», en la que Faustino Ruiz de la Peña, ganador del certamen de Luarca del pasado año, renueva su pasión por la pintura; de otra, el fotógrafo Marcos Morilla acerca hasta Oviedo la serie «14 fotografías», con la que hace unos meses inauguraba el Complejo Cultural As Quintas en La Caridad.

En «Bosques, tránsitos y escenarios», Ruiz de la Peña aborda, a su vez, dos tipos de paisajes. En uno de ellos, pinta vistas de árboles enmarañados y carreteras que atraviesan bosques en los que troncos y ramas se recortan como una trama oscura contra los característicos celajes del autor; en el otro, esos mismos cielos se arremolinan con idéntico aire ominoso y melancólico sobre otra serie en la que el pintor aísla edificios ruinosos y solitarios, concediendo esta vez el protagonismo a las rectas y los volúmenes. En ambas series, Ruiz de la Peña se sujeta a un monocromatismo que acentúa el dramatismo de los bosques o la poesía en ocasiones cercana a lo surreal o a lo metafísico de sus cuadros con edificios. Por su parte, en «14 fotografías», Marcos Morilla hace que su cámara se aproxime a la pintura sin perder en absoluto la plena condición fotográfica de su trabajo y se nutre de la tradición romántica del paisaje en una serie que protagonizan fragmentos de la costa asturiana de Argüero, donde reside, o el entorno de Viavélez: faros, prados, acantilados y olas que forman parte de su paisaje cotidiano y que podrían mostrarse lastrados por su color local o su pintoresquismo, pero que Morilla aísla y diluye universalizándolos en forma de lugares y atmósferas evanescentes y difusos, llenos de melancolía.