Fiscal coordinador de menores de Asturias

Oviedo, Elena FDEZ.-PELLO

Jorge Fernández Caldevilla, coordinador de la fiscalía de menores del Tribunal Superior de Justicia de Asturias, habla abiertamente del fracaso de los centros de menores en la consecución del propósito para el que fueron creados, que no es otro que el de ayudarlos a reincorporarse a la sociedad. Se refiere a centros como el de Miraflores, el único que existe en Asturias para menores con problemas de conducta. Un informe de Amnistía Internacional denunciaba recientemente abusos y malos tratos a menores en varios centros españoles. Fernández Caldevilla sostiene que ese no es el caso de Asturias, más bien todo lo contrario.

-¿Tiene constancia de malos tratos en los centros de menores del Principado?

-Mi impresión es que en Asturias no se ha producido ningún maltrato. Había problemas con los menores extranjeros del centro de primera acogida de Oviedo y eso está mejorando con los nuevos recursos habilitados por la Administración, la residencia en el Fundoma, en Oviedo, y los pisos tutelados.

-¿La fiscalía no ha recibido ninguna denuncia?

-Se informó al Defensor del Pueblo sobre algunas denuncias, también de algún problema con la determinación de la edad de los menores extranjeros. A principios de año un joven estuvo interno en Villabona y a efectos legales era menor de edad. Ha habido problemas con algunos menores marroquíes, pero han sido ataques a los cuidadores, un intento de incendio en un centro? Los educadores intentan controlar la situación, pero cuando hablamos de menores que consumen drogas y con un fuerte desarraigo es difícil.

-En Asturias no hay centros de régimen cerrado para menores con problemas de conducta.

-Miraflores es el único con algunas medidas de contención, que no se aplican sin antes comunicárselo al fiscal. El problema es la falta de eficacia de esas medidas. Los problemas que se producen en el centro derivan de que no pueden aplicarse medidas más restrictivas. Ha habido agresiones a los educadores, fugas? Los centros de menores no tienen manera de controlar a los residentes. No se puede hacer nada hasta que cometen varios delitos e ingresan en Sograndio. El recurso no está funcionando y eso es así porque se necesitan unas medidas de mayor control. Un menor violento, con consumo de drogas, puede ser ingresado en una habitación especial donde no se puede lesionar ni hacer daño a los demás, pero si sale al patio y echa a correr no se puede hacer nada. El centro de Miraflores está ocupado por una docena de menores, todos con una historia a sus espaldas muy difícil de solucionar. Si la entidad pública tiene que asumir la tutela de esos jóvenes es para algo, para trabajar por su integración en la sociedad, pero para eso es necesario que permanezcan en el centro. El de Miraflores es un centro excepcional, con un reglamento muy detallado. Si los menores no han cometido ningún delito no pueden estar recluidos, pero la Administración que los tutela tampoco puede quedarse de brazos cruzados.

-¿Significa eso que el centro de menores de Miraflores se ha quedado obsoleto?

-Obsoleto no. No está cumpliendo el fin para el que fue creado en su momento: ayudar a los jóvenes con problemas de conducta a integrarse en la sociedad.

-¿Los menores extranjeros ya no dan tantos problemas como hace un año?

-Los problemas más graves de saturación del centro materno infantil de Oviedo se han superado. Lo que ocurre es que el perfil de algunos de los menores extranjeros es muy exigente, algunos llegan pidiendo hasta ropa de firma, se niegan a asistir a clases de español, reaccionan violentamente o cometen delitos. En Sograndio un tercio de los internos son menores marroquíes.

-Hay insistentes rumores de que son dirigidos a Asturias desde otras autonomías.

-Sospechamos que hay comunicación entre los menores. Muchos se conocen, algunos son del mismo barrio. Hubo sospechas, pero eso es muy difícil de acreditar, de la posible desviación de menores desde otras comunidades. Trabajamos con el principio de que cada comunidad soporte la tutela de sus menores, de modo que si en Asturias aparece un menor extranjero el responsable legal es la comunidad donde apareció por primera vez.

-¿Los niños siguen cruzando la frontera bajo los camiones?

-Es lo que cuenta la mayoría, pocos reconocen que han llegado en patera.

-El caso del pirata somalí detenido por el secuestro del «Alakrana» dejó en evidencia los procedimientos para determinar la edad de los menores no documentados.

-Aplicamos un protocolo, pero siempre hay problemas. El margen de error es grande y cuando se acercan a la mayoría de edad siempre optamos por la edad que más favorece al menor.

-Un asturiano pierde la tutela de sus tres hijas por no poder compatibilizar su cuidado con el trabajo. ¿Un caso frecuente?

-Hay varios así. La ley permite que ante una situación de necesidad el padre pueda delegar la guardia de sus hijos en una institución. Él mantiene la patria potestad. Otra cosa es cuando se declara una situación de desamparo, lo que lleva consigo la suspensión de la patria potestad. No se han incrementado esos procedimientos, pero lo que ha aumentado son los recursos contra esas resoluciones, probablemente por la reforma legal: antes los padres podían recurrir en cualquier momento, ahora la ley de Enjuiciamiento Civil establece unos plazos.

-Se suceden las detenciones por pornografía infantil.

-Nosotros no intervenimos, nos mandan información sobre los procedimientos. Me llama la atención que haya tanto marrano, tanta gente a la que le guste ver abusos a niños. No me lo explico.

-¿Qué balance hace del año que termina?

-Ha sido un poco atípico en lo que se refiere a los asuntos que llegaron a la fiscalía, con dos homicidios a principios de año, cuando en los diez que llevo coordinando la fiscalía de menores sólo tuvimos dos homicidios dolosos. En los últimos tres años ha habido un incremento de los hechos violentos. Sin ser excesivamente graves, las peleas y los malos tratos se han incrementado.

-Hay un fenómeno relativamente reciente: el maltrato a los padres o a los familiares que cuidan de los niños.

-Existía antes, pero se está denunciando más. Antes los padres imponían su autoridad, pero cada vez es más difícil hacerlo. Cada vez hay más familias en las que falta uno de los padres y el otro debe asumir solo el cuidado de los hijos. Las víctimas de maltrato son a menudo madres solas, el adolescente se enfrenta a su madre y ella no tiene recursos para imponerse. En esos casos se adoptan medidas para trabajar con el menor y con los padres, para proporcionarles un mínimo de recursos para hacerle frente y controlarlo.