Oviedo, Eduardo GARCÍA

Las recientes sentencias que califican de atentado a funcionario público las agresiones a profesores por parte de alumnos o padres de alumnos, atendiendo al artículo 550 del Código Penal han abierto nuevos escenarios de responsabilidad. Las penas por agresión a los funcionarios en el ejercicio de su profesión superan en el más modesto de los casos el año de prisión, y ponen de actualidad las iniciativas -aún en proceso- de algunas comunidades autónomas para poner en marcha la ley de Autoridad del Profesor, lo que supondrá en su día penas mucho más severas para los agresores.

LA NUEVA ESPAÑA reúne en este debate a un padre, un alumno y un profesor para reflexionar en torno a un asunto que preocupa a la sociedad asturiana, aunque la violencia en las aulas y en torno a ellas no sea en el Principado un problema tan serio como en otras comunidades.

Francisco Martínez Viadas tiene 54 años, es padre de familia numerosa, catedrático de Biología y profesor del IES Alfonso II, en Oviedo. Es afiliado al sindicato ANPE.

Francisco Redruello Parrondo tiene 50 años y es miembro de la junta directiva de la Federación de Padres de Alumnos «Miguel Virgós», que agrupa a unas 300 asociaciones de padres de toda Asturias. Su ocupación laboral es ajena al sector docente.

Hugo Redruello, hijo del anterior, 17 años, estudia 1.º de Bachillerato en el Instituto Ramón Areces, en Grado. Quiere estudiar un módulo de energía solar y térmica.

PACO MARTÍNEZ VIADAS: Hoy en día es mucho más complicado dar clase. Me ha ofendido lo que dijo esta semana el ministro de Trabajo, Celestino Corbacho, eso de que no es lo mismo dar clases que trabajar en un andamio. Yo trabajé en la construcción y puedo decir que una clase que tenía el año pasado la hubiera cambiado por el andamio. Este año, sin embargo, es diferente, pero comprendo al profesor que sale molido psicológicamente de una clase de 1.º de ESO.

FRANCISCO REDRUELLO: Es que los escolares de 1.º y 2.º de ESO son los que más problemas dan. Pero, ¿qué hacen en casa? ¿rompen platos? Si los padres no ponen coto a muchas cosas dentro de la familia, sinceramente, poco puede hacer el profesor.

PACO MARTÍNEZ VIADAS: Influye que en muchos casos son hijos únicos. En casa son los reyes y la escuela es el primer sitio donde se les ponen límites. Así que el profesor se convierte en un enemigo.

HUGO REDRUELLO: Yo soy hijo único, pero sí tengo claros esos límites. Lo que pasa es que la mayoría de nosotros somos el reflejo de nuestros padres. Para bien y para mal.

PMV: Estamos ante una generación muy individualista.

HR: Y egoísta. Hay que reconocerlo.

FR: El individualismo se nota en todo. Desde la Federación de Padres tratamos de que los padres participen, y cuesta mucho trabajo. Convocamos a 300 para informarles de becas para viajes gratuitos al extranjero para sus hijos y acuden 25. Si no participan en esto, en qué van a participar.

PMV: El contacto con los padres en el instituto también es mejorable.

FR: «Ya son grandes», dicen algunos cuando ven que sus hijos comienzan la Secundaria. Y entonces ya no se ve la necesidad de ese contacto con el centro.

PMV: Vaya error. Buena parte de los padres sólo acude cuando llegan los suspensos. Además, los profesores también queremos tener contacto con las familias de los escolares que sacan muy buenas notas.

FR: Nosotros somos una familia en la que trabajamos padre y madre. Nuestro hijo estuvo mucho tiempo solo, pero siempre hubo diálogo.

PMV: Pero muchos padres no saben nada de sus hijos. Llegan al instituto a protestar y te das cuenta de que ven a su hijo una hora al día; cuando tú, como profesor, estás con el chico cinco o seis horas diarias y conoces sus resortes, reacciones e impulsos.

FR: A veces la «Manuel Virgós» es como un bufete de psicólogos. Cuando un padre me dice que conoce muy bien a su hijo, yo siempre le recuerdo que lo conoce, pero en casa. Y muchas veces el problema cambia de cara cuando lo miramos desde otra perspectiva.

HR: Yo nunca he sido testigo de una situación de violencia en las aulas. Por suerte. A lo más, alteraciones en clase que se suelen solucionar con una voz del profesor. No me imagino llegar a casa y decir a mis padres que me expulsaron del instituto siete días. No sé cómo reaccionarían mis padres -con sorpresa, seguro- pero prefiero no dar la oportunidad de saberlo.

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«A los profesores nos han robado la autoridad; queremos dignidad en el trabajo»

<Francisco M. Viadas >

Profesor de Secundaria

«La mayoría de los estudiantes somos el reflejo de nuestros padres»

<Hugo Redruello >

Alumno de 1.º de Bachillerato

«Si los padres no ponen coto a muchas cosas, poco puede hacer el profesor»

<Francisco Redruello >

FAPA «Miguel Virgós»