Madrid / Gijón, Agencias / R. G.

La polémica sobre el velo ha enrarecido el ambiente y ayer el instituto Camilo José Cela de Pozuelo de Alarcón, en Madrid, amaneció cubierto de pegatinas con el lema «Stop a la islamización. Mezquitas no», del partido Democracia Nacional. Unos operarios del servicio de limpieza las retiraron con ayuda de los alumnos del instituto. Najwa Malha, la adolescente de 16 años que quería asistir a clase con velo, aún no ha hecho pública su decisión, tras ratificar el Consejo Escolar la prohibición de entrar a las aulas con la cabeza cubierta: si renunciará a la «hiyab» en clase o se trasladará a otro instituto, donde no esté prohibida. Un portavoz de la familia, Mohamed Said Alilech, informó ayer que están estudiando la posibilidad de emprender acciones legales contra el instituto aunque, en cualquier caso, quieren asegurarse de que la niña no resultará perjudicada.

Najwa lleva dos días sin asistir a clase, de baja médica por su estado de ansiedad. Sus compañeras cuentan que está «muy nerviosa» y se pasa «todo el día llorando». Tres de ellas, españolas de religión musulmana, volvieron a presentarse ayer a las puertas del centro con el velo, como muestra de apoyo a su amiga, pero se lo quitaron antes de entrar en clase, cumpliendo el reglamento.

La polémica se extiende y ayer el presidente de la Federación de Entidades Religiosas Islámicas de España, Mohamed Ali, anunció acciones legales contra el instituto y un recurso ante el Tribunal Constitucional por vulnerar los derechos fundamentales de la estudiantes.

Desde la Asociación de Trabajadores Marroquíes en España, Kamal Rahmouni, su presidente, manifestó que el reglamento del instituto de Pozuelo y el respeto a su autonomía están siendo utilizados como «excusa para justificar lo injustificable». Las normas se «deben adaptar a las necesidades» de la sociedad y en este caso, según Rahmouni, el colegio «tiene una normativa anticuada y lo que tiene que hacer es adaptarla».

Varios ministros expresaron ayer opiniones dispares en los pasillos del Congreso. La de Igualdad, Bibiana Aído, comentó que a ella, personalmente, no le gusta «ningún velo» pero, reconociendo que el asunto tiene una enorme complejidad, es partidaria de abrir un debate riguroso sobre su uso «con respeto, con rigor, con sentido de la responsabilidad y huyendo de oportunismos y demagogias».

La ministra de Sanidad y Política Social, Trinidad Rodríguez, opina que «llevar un pañuelo es algo que no molesta a nadie», así que no valora la necesidad «ni de prohibirlo ni de regularlo». Muchas chicas, dijo, llevan velo en muchos colegios sin que eso suponga ningún problema «ni para ellas ni para el resto de los alumnos ni para nadie», así que a su juicio la polémica sobre el «hiyab» «no tiene mucho sentido».

En Asturias, la directora del Instituto Asturiano de Atención a la Infancia, Gloria Fernández, se manifestaba ayer con cautela. «Tengo muchas dudas», reconocía, «por una parte, me parece que hay que respetar las decisiones y la libertad de expresión estética o cultural», pero «detrás del velo se esconde la vulneración de los derechos de las mujeres, y es ahí donde debemos situar el debate».

Por su parte la catedrática de Filosofía Moral y Política de la Universidad Nacional de Educación a Distancia, Amelia Valcárcel, apoyó ayer en Gijón a quienes obligaron a la niña a quitarse el velo antes de entrar en clase. «Si se lleva como símbolo de una religión no tiene porque estar presente en un colegio público, y si se hace por cultura, lo que representa no es democrático, por lo que tampoco se debe llevar en un espacio público» aseguró Valcárcel, quién subrayó la necesidad de recalcar constantemente en la sociedad «que todos somos iguales».