Oviedo, Eduardo GARCÍA

-¿Estamos perdiendo la batalla contra el alcohol?

-He vivido el problema desde los años 70, cuando alcohol y tabaco eran grandes desconocidos. Con el tabaco se ha ganado en concienciación, pero con el alcohol no sólo no se avanza sino que hemos retrocedido en la percepción de riesgo.

José Guardia Serecigni es médico de la Unidad de Conductas Adictivas, Servicio de Psiquiatría del Hospital de la Santa Cruz, de Barcelona, y miembro de la junta directiva de las XXXVII Jornadas nacionales de Socidrogalcohol, que se iniciaron ayer en Oviedo.

-¿Qué está fallando?

-Las campañas de prevención de alcohol no calan. A diferencia del tabaco, con el alcohol no se dice que su consumo crónico está asociado a nada menos que sesenta enfermedades. Al contrario, nos llegan muy frecuentemente informaciones tendenciosas, en muchos casos promovidas por empresas del sector, que nos hablan de los beneficios supuestos del consumo moderado. Sin mencionar que el alcohol es la puerta de entrada a otras drogas.

-El pluriconsumo.

-El Observatorio Europeo de Drogas acaba de enviar una alarma muy seria al respecto. Hay un policonsumo muy generalizado, y muy pocos estudios sobre las consecuencias de las mezclas.

-¿Qué se mezcla?

-De todo. Hay muchos jóvenes en España que consumen a la vez tabaco, alcohol, porros y cocaína. Comienzan con el tabaco a los 12 años, con el alcohol a los 13 y con el cannabis a los 14.

-Un cóctel explosivo.

-Pero es que, además, hemos entrado en un patrón anglosajón de consumo, eso que se llama el atracón de bebida y que se concreta en cinco consumiciones alcohólicas en dos horas para los hombres, y cuatro para las mujeres. Buscan coger el punto cuanto antes, pero a veces una chica adolescente ya sufre un consumo concentrado de alcohol con tan sólo dos consumiciones.

-Y llega la intoxicación etílica.

-Que se concreta en la incapacidad para anticipar consecuencias futuras. Cuando se les pregunta a los adolescentes británicos qué lamentan el día después de la borrachera, ellos dicen que el haberse metido en peleas, y ellas el haber vivido una experiencia sexual no deseada. Ni deseada, ni protegida, ni disfrutada.

-El alcohol lleva a otras drogas.

-Y al revés, las drogas llevan a un mayor consumo de alcohol. Con la cocaína sucede de forma especial, hay estudios que demuestran que bebedores, aunque sea sin grandes excesos, tienen cuatro veces más posibilidades de sufrir adicción al alcohol si además consumen cocaína. Pero no sólo con la cocaína: el consumo de porros anima a beber.

-La gente sigue bebiendo compulsivamente, y no será por falta de campañas.

-Pues a pesar de todo hay desconocimiento. Hace poco el RAC de Cataluña realizó una encuesta entre conductores de todas las edades. Se les preguntaba en cuántas dosis de alcohol pensaban que estaba el límite legal para coger un coche. La media de respuestas indicaba que cuatro dosis, cuando en realidad son dos para los hombres y una dosis y media para las mujeres.

-Y sin embargo los accidentes y los muertos en carretera disminuyen.

-La población en general ha entendido que si comete errores va a ser penalizada, pero estamos ante un sector minoritario de reincidentes que bebe, que pierde los puntos, que vuelve a coger el coche «porque no me van a pillar»... Gente que delinque porque no controla y no puede evitar beber más de la cuenta. Eso es lo que se llama un problema de adicción.