No constituye ningún sobresalto vaticano que el Papa Benedicto XVI vaya a nombrar un delegado suyo al frente de la Legión de Cristo, la congregación fundada por Marcial Maciel Degollado, de pésima memoria. Los cinco visitadores enviados por la Santa Sede se han reunido con el Pontífice para presentar sus informes, en los que constatan la triple, o cuádruple, vida de Maciel. Fue creador de la Legión, abusador de menores seminaristas, compañero de dos mujeres y padre de tres hijos.

No ha trascendido si el informe de los visitadores incide en desórdenes económicos o en otro tipo de abusos no perpetrados por Maciel, sino por algún otro miembro de la congregación, según denuncias recogidas años atrás por Scicluna, «fiscal» de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Sí dice el informe que los comportamientos de Maciel no fueron conocidos por la mayor parte de los Legionarios de Cristo, lo que significa, a la inversa, que una pequeña parte sí estaba al tanto de las andanzas del fundador. En consecuencia, es probable que una de las tareas del delegado pontificio sea la de investigar posibles encubrimientos de lo que ejecutaba Maciel, que venía a ser como un tótem, como el macho de la horda primitiva del que hablaba Freud.

Por lo que se ha difundido, los visitadores también describen la red de relaciones trabada por el fundador, y del sistema de silencio y voto de secreto que impedía a los miembros de la Legión hablar de sus superiores y, lo que es peor, defenderse de Maciel. La otra visita canónica que el Vaticano había ordenado sobre la Legión, hacia 1956, acabó en nada porque el voto de secreto sobre los superiores funcionó a placer y los visitadores no obtuvieron ningún testimonio sobre los abusos que Maciel llevaba ya varios años cometiendo.

Lo que ahora le espera a la Legión de Cristo es un procedimiento verdaderamente difícil. Se han quedado sin la referencia del fundador, una figura clave en toda orden religiosa, congregación o instituto de vida consagrada. El fundador suele acabar en los altares, ya que su causa es promovida con ahínco por sus seguidores. Sería impensable que San Ignacio de Loyola no hubiera sido declarado santo, y no sólo por sus méritos, sino por el empuje de su orden. Lo mismo cabe predicar de los restantes fundadores. Pero la Legión ya no podrá mirar hacia sus orígenes, completamente manchados. Es posible que el delegado pontificio incluso establezca el cambio de nombre de Legionarios de Cristo.

Librado este comentario provisional, hablaremos algo de cine, pues hay una gran sorpresa en las carteleras y una gran decepción. Esta última es la película «El discípulo», que es tosca en términos cinematográficos, es decir, contiene poco cine dentro y tan sólo una interpretación apreciable, la de Marisa Berenson en el papel de María, madre de Jesús. La película está lastrada por diálogos ásperos o secuencias con poca chispa de cámara. Por tanto, no merecería la pena entrar al fondo de la película, pero tampoco hay por qué ignorarlo: Jesús es presentado como revolucionario antirromano, heredero de los peleones Macabeos y formulador de un lenguaje apocalíptico que espera la inminente venida del Reino de Dios. Varias secuencias insertadas en la trama principal muestran las discusiones, décadas después, entre el evangelista Lucas y uno de los seguidores de Jesús, Juan, pero no el apóstol ni el evangelista. El primero expone la visión paulina de la divinidad de Jesús y el segundo la rechaza de plano en función de sus vivencias al lado de Jesús. Son la clave de la película, pero ya decimos que están carentes del pulido que necesita todo diálogo cinematográfico. En suma, las cuestiones del Jesús «histórico» hubieran precisado de un guión mucho más fino. Volveremos sobre ello.

Y la sorpresa cinematográfica es la película «Lourdes», de la austriaca Jessica Hausner, cinta magnífica en casi todos los aspectos y visión agnóstica, pero llena de matices y de calidad cinematográfica, sobre un milagro acaecido en el santuario francés. Aunque de ritmo muy pausado, es totalmente recomendable y merecedora de comentario más largo.