Oviedo, M. S. M.

Con diez años cumplidos de excavaciones, la cueva de El Sidrón no ha dejado de ofrecer aportaciones de primer nivel al mundo científico. En su haber tiene ser uno de los yacimientos del mundo que más materiales óseos ha propiciado, además de haber sido el introductor de un protocolo de extracción limpia para evitar durante la excavación la contaminación de los fósiles con ADN moderno.

Ahora, esos restos han contribuido a un nuevo hito científico, la secuenciación de 5.525 millones de nucleótidos que forman el primer borrador del genoma neandertal. El estudio se ofrece en dos artículos publicados en «Science». Uno de ellos recoge únicamente las aportaciones ofrecidas por los fósiles de un individuo masculino de la cueva asturiana, que ha permitido generar 2,2 millones de nucleótidos. De la muestra de El Sidrón se han genotipado todas aquellas posiciones de genes en las que difieren los humanos modernos y los chimpancés.

Seguir el rastro genético a los neandertales ha sido un poco más sencillo gracias a la contribución asturiana y al trabajo realizado durante los últimos diez años por el equipo arqueológico dirigido por el fallecido Javier Fortea. Ahora es el profesor Marco de la Rasilla, buen conocedor del yacimiento, quien ha tomado el testigo para seguir en la brecha de un proyecto empeñado en localizar el lugar donde vivió el grupo neandertal cuyos restos acabaron en el interior de la gruta piloñesa.

A propósito del descubrimiento que nos acerca más al neandertal, Antonio Rosas matiza que «el flujo genético únicamente puede detectarse de neandertales a humanos modernos por la dinámica expansiva de las poblaciones humanas modernas», pero no descarta que fuera bidireccional.