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Arcadi Navarro, profesor de genética de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, se distancia del hecho de que ambas especies se cruzaran. No cree que ese dato sea lo más importante del proyecto «Genoma Neandertal». El prefiere hablar de dos subespecies en lugar de dos especies, y sostiene que aunque no había evidencias se sospechaba ya desde hace algún tiempo que podía haber habido intercambio genético. También defiende que «morfológicamente el hombre moderno y las poblaciones como las que vivieron en Piloña no son tan distantes», ni siquiera esas diferencias le parecen acusadas en primates.

Dicho esto defiende que el dato «aún siendo importante, no es la gran sorpresa». «Lo más importante son las características que hacen que los humanos modernos se puedan explorar con más precisión». Hasta ahora las comparaciones se venían haciendo con chimpancés y orangutanes, especies muy alejadas de nosotros, por eso «al poder comparar nuestra genética con la del neandertal se pueden precisar mucho más los cambios experimentados desde que salimos de África. Estamos más cerca de conocer las capacidades que definen a los humanos y esa información está en 78 genes básicos que no conocíamos hasta ahora».

Para Navarro esto es de mucha mayor relevancia que el mero hecho de que neandertales y sapiens hubieran tenido sexo. «Podemos estudiar con más precisión las capacidades de nuestra especie, hemos encontrado el hilo del que tirar para deshacer la madeja y esto es precioso». También indica que las nuevas conclusiones ponen en entredicho algunas de las aportadas en la comparación con el chimpancé. «Mirábamos el problema con prismáticos y esto nos oferta un potente telescopio».

Quien más disiente es Emiliano Aguirre, el patriarca de la sierra de Atapuerca. Para él estamos ante una sola especie. Defiende que desde el homo Ergaster, que vivió hace 1.800.000 años «podemos ser la misma especie». Afirma que siempre sostuvo que algunos fósiles, como los encontrados en el Levante o en un yacimiento marroquí, eran mestizos porque tenían rasgos físicos de ambos linajes. «Me alegro que ahora haya una confirmación genética y que haya contribuido el yacimiento del Sidrón». Sobre el hecho de que ambas poblaciones vivieron separadas, su explicación se basa en que «tenían diferentes modos de vida».