Oviedo, M. S. MARQUÉS

El rumor estaba en el ambiente y acaba de confirmarse. El Gobierno regional ha emprendido a través de Francisco Cuesta, ex director de las excavaciones de la Campa Torres y actual director del Museo de Grandas de Salime, movimientos encaminados a la contratación en Galicia de arqueólogos para desarrollar las excavaciones del Chao Samartín. Así lo ha confirmado alguno de los sondeados por Cuesta y Jesús Jordá, geólogo e hijo de Francisco Jordá.

Disparar al mensajero suele ser una medida poco efectiva para solucionar un problema, y totalmente desacertada si uno además se equivoca de correo. Eso es lo que acaba de suceder en la Consejería de Cultura donde llevan tiempo apuntando en la dirección equivocada. Un ejemplo claro lo ponen de manifiesto los últimos hechos ocurridos en torno al castro del Chao Samartín, donde están pagando el pato profesionales intachables que llevan más de una década al frente del yacimiento y a los que se está apuntando como posibles instigadores de las críticas al actual director del museo de Grandas.

Cada uno ve lo que quiere y así están las cosas. Ni Ángel Villa Valdés, coordinador de las excavaciones y arqueólogo adscrito al servicio de Patrimonio de la Consejería de Cultura, ni su equipo han recibido comunicación alguna sobre una sustitución que por el momento solo ilustran los hechos. Y estos son claros. A la búsqueda de arqueólogos en Galicia se suma la sustitución por parte del Ayuntamiento de todas las cerraduras del museo del Chao Samartín y del laboratorio arqueológico para evitar el acceso del equipo a las instalaciones y la colección arqueológica.

Ángel Villa lleva quince años al frente de la investigación del castro grandalés, incluido dentro del Plan director de la Cuenca del Navia impulsado en 1997 por la Consejería de Cultura. En ese tiempo se ha realizado un sólido trabajo de campo que ha permitido conocer la gran riqueza informativa del yacimiento y la entidad monumental de las ruinas de un poblado que se convirtió tras la conquista de Roma en una ciudad en expansión, centro de poder de toda una comarca. A los vestigios de la Edad de Hierro se suman los más numerosos del poblado romano que culminan con el hallazgo en los últimos años de la domus (casa señorial) construida durante el siglo I y la única que se conserva en Asturias.

El castro de Grandas es lo que se suele llamar «una perita en dulce» para cualquiera que se sienta atraído por la arqueología, pero también hay que tener claro que lo es porque ha contado con profesionales que han sabido realizar una labor seria y meticulosa no solo durante el trabajo de campo sino también en el laboratorio, donde el tratado, limpieza y restauración de piezas era una de las principales actividades.

Ahora esas manos expertas parece que serán sustituidas sin explicaciones para hacer realidad un rumor que comenzó a circular pocas horas después de que se conociera el nombre del sustituto de Pepe el Ferreiro. Para algunos está decisión demuestra que a la Consejería de Cultura o a quien la haya tomado le interesan poco los resultados, porque los del equipo que dirige Ángel Villa son indiscutibles y están a la vista de todo el mundo.

Algunas de las personas que han sido contactadas en Galicia para su incorporación a las excavaciones del Chao han señalado que el contrato ofrecido por Francisco Cuesta y Jesús Jordá es para dos meses de trabajo. Cabe señalar aquí que Jordá es el impulsor de una campaña en la red de apoyos a Cuesta en la que le absuelve de cualquier responsabilidad en relación a las piezas procedentes de las excavaciones de la Campa Torres y localizadas en un semisótano en estado de abandono. Jordá responsabiliza de la situación de este patrimonio al personal de museos de la Fundación Municipal de Cultura de Gijón.

También subraya que Cuesta ha estado trabajando desde su llegada a Grandas en el inventario y catálogo de las piezas etnográficas que forman parte del museo pero no desvela donde se encuentra el inventario y catálogo de las localizadas en el zulo de la Campa Torres.

Por ultimo, Jordá, que habla de acoso y linchamiento, finaliza rogando «encarecidamente» que dirijan expresiones de apoyo a Francisco Cuesta «dadas las especiales circunstancias por las que atraviesa».