Oviedo, P. RUBIERA

La poesía escrita en asturiano en los últimos treinta y cinco años es la protagonista de la antología «Toma de tierra. Poetas en lengua asturiana (1975-2010)», realizada por José Luis Argüelles y editada en bilingüe por Trea, con el apoyo de la Consejería de Cultura. La obra incluye a treinta y ocho poetas de tres generaciones. ¿Qué tienen en común, por ejemplo, Pablo Ardisana y Vanessa Gutiérrez, cuando entre ambos hay una diferencia de edad de cuarenta años?, se pregunta el autor. «Sustancialmente, dos objetivos: una común actitud hacia la lengua, que se concreta en el esfuerzo por la renovación retórica (literaria) del asturiano, y el deseo de que el asturiano tenga la consideración oficial en el territorio en el que se habla», declara a LA NUEVA ESPAÑA.

Periodista de este diario, poeta y autor de varios trabajos sobre literatura asturiana, José Luis Argüelles (Mieres, 1960) aceptó la invitación y el reto que, en su día, le propuso el editor Álvaro Huici, a quien le había llamado la atención un trabajo del autor como comisario de la exposición «Palabras libres/Palabres llibres (La poesía en Asturies desde 1978)». La idea era hacer una antología dirigida también al lector en castellano, no sólo al público asturiano.

«Martín-Vega dice, con gracia, que la poesía asturiana es tan desconocida como la poesía siberiana o manchú. Ese desconocimiento es uno de los motivos que me impulsaron a hacer «Toma de tierra», pero también el convencimiento de la calidad de la poesía que se ha escrito en Asturias en los últimos treinta y cinco años, desde la muerte de Franco y hasta ahora mismo. La poesía del Surdimientu es un hito en la historia de la literatura asturiana», señala José Luis Argüelles.

La antología se inicia con Pablo Ardisana (Hontoria, Llanes, 1940) y se cierra con Vanessa Gutiérrez (Urbiés, Mieres, 1980). Los otros autores que se incluyen son: Nel Amaro, Xosé Manuel Bolado, Manuel Asur, Lluis Xabel Álvarez, Xosé Manuel Valdés, Xuan Xosé Sánchez Vicente, María Teresa González, Roberto González-Quevedo, Taresa Fernández Lorences, Miguel Rojo, Ánxel Álvarez Llano, Luis Salas Riaño, Antón García, Esther Prieto, Lourdes Álvarez, Miguel Allende, Xosé Antonio García, Ignaciu Llope, Lluis Fano, Humberto Gonzali, Berta Piñán, Aurelio González Ovies, Xuan Bello, Xilberto Llano, Marta Mori, Pablo Antón Marín Estrada, Xabiero Cayarga, Xuan Santori Vázquez, Xulio Viejo Fernández, Chechu García, Xandru Fernández, Elías Veiga, José Luis Rendueles, Martín López-Vega, Pablo Texón Castañón y Héctor Pérez iglesias.

José Luis Argüelles solicitó a cada uno de los poetas diez textos que, a su juicio, fueran representativos de su obra. Y les solicitó la traducción en castellano, excepto en los casos de María Teresa González y Xosé Antonio García, ambos ya fallecidos. «Encontré una gran colaboración, sin ellos no hubiera sido posible hacer el libro en tan corto espacio de tiempo. Las selecciones son siempre difíciles, pero he querido ofrecer una visión lo más panorámica posible de las tres generaciones que, en mi opinión, constituyen el Surdimientu, con atención a nombres excluidos de otras antologías que yo creía necesario recuperar para ampliar lo más posible el campo de foco sobre la poesía asturiana de estas tres décadas», explica Argüelles.

En la introducción a la obra, en la que el autor no sólo habla de poesía, también de la historia del movimiento asturianista de estas últimas décadas, Argüelles lamenta que la clase política asturiana, además de algunas de las instituciones más representativas del Principado, hayan dado muestras de «poco aprecio» por la lengua asturiana. Él lo atribuye al «heredado desprecio o indiferencia que la burguesía ha manifestado, salvando notables excepciones, hacia la cultura asturiana y hacia la lengua propia».

También, añade José Luis Argüelles, «a la importancia de un movimiento obrero de aluvión, muy fuerte, en el que han tenido un gran paso las posiciones que ponían bajo sospecha cualquier tipo de particularismo; y al influjo del llamado "mito del covadonguismo", mas poderoso de lo que se piensa, que ve a Asturias como la forjadora de España y, por tanto, de su imperio».

El autor cree que «la decisión política más sensata» sería la cooficialidá, aún admitiendo que la Ley de Uso admite muchas posibilidades si se aplicara bien. «Por definición, una literatura necesita lectores, por lo que, si no hay una buena escolarización en asturiano, estaremos condenando a su literatura a un papel secundario».