Lisboa, Juan LARA

El Papa usó ayer duras palabras contra los casos de pederastia en la Iglesia católica y dijo que el «perdón no sustituye a la justicia» y que estos escándalos evidencian que la «mayor amenaza para la Iglesia no viene de fuera, de enemigos externos, sino de su interior, de los pecados que existen en ella». Camino de Lisboa, donde fue acogido por decenas de miles de portugueses -hoy era día festivo por la visita- y con la mirada puesta en Fátima, meta de su viaje, el Papa Ratzinger fue preguntado en el avión que le condujo a la «Tierra de Santa María», como él la llama, por el tercer secreto de Fátima y si los sufrimientos de la Iglesia por los escándalos de clérigos pederastas se pueden encuadrar en esa visión.

El Pontífice dijo que el mensaje de la Virgen de 1917 se relaciona con el atentado a Juan Pablo II en la plaza de San Pedro del Vaticano en 1981 y los sufrimientos de la Iglesia y que la «novedad» que se puede descubrir ahora, diez años después de su publicación, es que el mensaje es para todo el mundo, para todos los papas, que forman parte de la Iglesia. Según el Papa teólogo, el mensaje de Fátima tiene una validez eterna y se refiere a los sufrimientos de la Iglesia en todos los tiempos. «El Señor nos dijo que la Iglesia siempre sufrirá, aunque de manera diferente, hasta el fin del mundo. Por eso, el mensaje llama a la conversión permanente, a la penitencia y a las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad», indicó.

«La novedad que podemos descubrir en este mensaje es que no sólo desde fuera se ataca al Papa y a la Iglesia. El sufrimiento de la Iglesia viene de los pecados que existen en ella. Ya se sabía, pero hoy lo vemos de un modo realmente terrorífico», dijo el Pontífice.

En estas palabras los observadores vaticanos vieron, además de una condena a los casos de curas pederastas, una dura crítica a los encubridores. Sus palabras no quedaron ahí y el Papa Ratzinger, que ha declarado «tolerancia cero» contra la pederastia, agregó que «la mayor persecución, la más grande» de la Iglesia no viene de enemigos de fuera, «nace del pecado de la Iglesia». «La Iglesia tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender el perdón, pero también la necesidad de justicia, ya que el perdón no sustituye a la justicia», aseguró.