Oviedo, J. N.

-¿Sidrón es ya la meca de los paleontólogos?

-Lo que más me sorprende del equipo de Sidrón es el tono gremial abusivo que utiliza en sus escritos. Son tres o cuatro señores que no saben escribir, usan fórmulas ridículas, con lenguaje entre forense y jurídico y un tono reivindicativo de la ciencia y de la comunidad científica como si existiese. Como dice la ciencia, afirman. Esa es una de las características de la democracia. El demócrata no cree en nada porque lo sabe todo. Es un sabio. Se considera filósofo. Las especialidades las delega en la ciencia. La ciencia es como el dogma religioso de antes: lo que dicen los expertos. Si los expertos dicen que el feto de siete semanas no es un ser humano pues no lo es.

-Ahí están los neandertales y los cromagnones, se cruzaron y...

-Hay dos series de restos, de reliquias, conocidas desde hace muchos años y muy parecidas. Con discusiones tremendas como algunas, hace treinta años, sobre si los neandertales hablaban o no. Todo por vía molar, nada de genética. El método clásico de la paleontología. Si distinguimos un libro de un teléfono no es por los elementos químicos que tienen. Si un pedante dice que un libro tiene más calcio que un teléfono nos reímos, es un disparate. Dos series de huesos decía. Se rebaja constantemente la antigüedad. Al neandertal le dan no más de 200.00 años. Cuando explicaba antropología, medio millón. En «El animal divino» ya rebajé algo. Alegan que los cromagnones tienen enterramientos ¡pero de osos! Lo discutí mucho con Crusafont. Decía que el salto del mono al hombre se demuestra con enterramientos. Saben que hay algo después. Pues no, los entierran por que huelen. Y además los más antiguos son cabezas de osos.