Profesor titular de Prehistoria y director del proyecto de excavaciones de Sidrón

Oviedo, M. S. MARQUÉS

Profesor titular de prehistoria de la Universidad de Oviedo y estrecho colaborador del fallecido Javier Fortea, Marco de la Rasilla lleva desde el primer momento en el proyecto de excavaciones de la cueva de Sidrón, que dirige tras la muerte de Fortea. Conocedor de excepción del yacimiento, es consciente del acierto que ha sido apostar desde el principio por la cueva de Piloña como el reducto con fósiles de la especie neandertal más importante de la península.

-¿Cuál ha sido la aportación de los fósiles de Sidrón al proyecto «Genoma Neandertal»?

-Lo importante es que se incorpora en 2007 al gran proyecto neandertal porque cuenta con un importante potencial de restos óseos en los que se ha encontrado ADN. El Instituto Max Planck de Antropología Física de Leipzig tuvo como motor del trabajo los fósiles de Vindija, en Croacia, pero contó con la importante contribución de otros tres yacimientos, entre los que está la cueva del Sidrón.

-¿En qué parte del trabajo tuvieron los fósiles asturianos mayor protagonismo?

-Han servido para conocer la diversidad entre los neandertales y para discernir aquellos genes en los que difieren los humanos modernos y los chimpancés. Esto ha sido posible gracias a que durante la excavación utilizamos protocolos de extracción limpia para obtener muestras sin contaminación de humanos modernos. Del fósil de Sidrón se han generado 2,2 millones de nucleótidos. Creo que la posibilidad de contar con material poco contaminado ha sido clave para que se incluyeran en el proyecto.

-¿Seguirán aportando fósiles para la investigación genética?

-No estamos ante el final del trabajo sino ante un magnífico principio. Todavía queda mucho por conocer dentro del genoma y, además, la parte genética de la investigación que desarrolla Carles Lalueza también continuará adelante.

-¿Seguirán trabajando este año con el protocolo de excavación limpia?

-Lo mantenemos porque la línea de frío consigue aislar los fósiles de bacterias y otros contaminantes. No se utiliza con todos los restos óseos, sino sólo con los que reúnen condiciones para los análisis de ADN. El proceso empieza con la extracción limpia, que incluye la esterilización de todo el instrumental, luego se introduce en una bolsa y en la misma cueva se guarda en una nevera hasta que se traslada al congelador.

-¿Lo que se ha conseguido secuenciar ahora es la totalidad del genoma neandertal?

-No es el cien por ciento, está entre un 60% y un 70%. Ahora hay que pulirlo porque esto no deja de ser un borrador. Quiere decir que todavía queda mucha información por obtener, se podrán estudiar los cromosomas o aspectos concretos de cada gen. Mucha de esa información será aplicable también a nuestra propia especie.

-¿Qué planes tienen para la campaña de excavaciones de este año?

-Sería muy importante localizar el hábitat de este grupo, que conocemos únicamente por sus fósiles. Tenemos una hipótesis de cómo entraron los huesos en la galería del osario y seguimos esa pista para intentar llegar al lugar donde vivieron. Tenemos claro por dónde entraron, pero la confirmación definitiva la tendremos si lo podemos demostrar. Con ese objetivo ya empezamos a trabajar encima de la cueva el año pasado.

-¿El de Sidrón podría ser uno de esos grupos aislados de neandertales que formaban poblaciones dispersas?

-Podría ser. Ahora tenemos que ver si los estudios genéticos lo pueden afinar. Precisamente una de las líneas de investigación es saber si había parentesco entre los restos encontrados. Es necesario identificar el ADN de los diez individuos para conocer la relación entre ellos.

-¿Están llegando al final del yacimiento?

-No lo sabemos aún. Es cierto que queda menos porque ya hemos profundizado y excavado mucho, pero pensamos que la galería del osario aún tiene materiales que ofrecer. En eso tiene también mucho que decir la geología.

-Para la cueva de Sidrón, ¿qué ha supuesto estar en el proyecto «Genoma Neandertal»?

-Participar en el proyecto le da una dimensión internacional y contribuye a darle un nombre en el mundo de la ciencia. Muchas publicaciones se hacen ya eco del yacimiento, que empieza a aparecer en los libros de texto.

- Los fósiles de Sidrón han pasado de 43.000 a 49.000 años. ¿Qué ha cambiado?

-La utilización de varios sistemas de datación por carbono 14 dio una cronología de 43.000 años , pero una muestra analizada en un laboratorio con un pretratamiento más avanzado y eficaz da 49.000. Ahora estamos esperando otros resultados del laboratorio de Oxford.