El Museo de Bellas Artes de Asturias es el gran activo cultural de la región, a pesar de que de los treinta años de historia que mañana se cumplen, llevamos diez de retraso en la ampliación, algo achacable al Gobierno regional. Es uno de los grandes museos de bellas artes españoles y sería mucho más grande si no se hubiera perdido esa década y si las distintas administraciones hubieran sido más sensibles a las solicitudes del equipo que lo ha dirigido en todo este tiempo.

El gran desafío que tiene ahora el Museo es que, además de las obras de ampliación, se aborde un asunto que yo ya llevo tres años reclamando en el patronato y que no es otro que el modelo de gestión, un debate que todavía no se ha abierto y que considero decisivo. Es necesario, además, incorporar al patronato a personalidades vinculadas al mundo del arte y del coleccionismo. El Museo tiene que dejar de ser un departamento o una jefatura de servicio de la Consejería de Cultura. Hay que decidir un modelo de gestión acorde a su importancia y al siglo XXI.