Oviedo, E. F.-P.

El director de la Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes, acaba de estrenar título nobiliario. El ahora marqués de Castrillón agradece «la merced» que el Rey Juan Carlos I le ha hecho por lo que supone de reconocimiento a años de estudio y servicio. De todos modos, comenta, de nobleza él ya estaba servido, por asturiano y por la hidalguía de sus antepasados. Anes, un veterano en el jurado de Ciencias Sociales, se tomo unos minutos, antes de iniciar las deliberaciones, para reflexionar sobre algunas cuestiones de actualidad.

-El Rey le ha distinguido con el título de marqués, nada menos.

-Fue un gran honor que me hizo su Majestad el concederme la merced de otorgarme el título de marques de Castrillón por mis investigaciones, mi condición de académico, por el gran diccionario biográfico de la Academia..., es una merced para mí y mis sucesores. Por mi profesión valoro en su justo sentido lo que significa un título nobiliario en el siglo XXI. Hay personas que lo asimilan como algo del Medievo y es gente que tiene estudios, de carrera, pero la inteligencia no es una cuestión de carrera, sino de raciocinio.

-Usted es un declarado monárquico, no un juancarlista, sino un monárquico.

-Lo he sido siempre. Por la estabilidad que proporciona, por el automatismo de la sucesión, la independencia de todos los partidos... La Monarquía es un tesoro y gracias a él la transición fue como fue, un ejemplo para el mundo.

-El Rey está pasando por un momento delicado de salud.

-Está superado. Lo que tenía era benigno y está siguiendo las normas de los médicos, sin precipitarse. Podía haber estado en la cena de ayer, en la que le sustituyó el Príncipe, pero sigue recuperándose.

-¿España está lista para el relevo en la Monarquía?

-No hay que hacer consideraciones sobre la salud del Rey, es un hombre fuerte, con una salud magnífica. No es cosa que deba preocupar a los españoles. Es un Rey excelente y el Príncipe lo será también, en el futuro.

-¿Está listo para reinar?

-Está preparadísimo. Supo desde su nacimiento que iba a reinar y toda su vida se ha preparado para ello, ha visto a su padre hacerlo. La Monarquía es un tesoro y el Príncipe es uno de sus grandes activos.

-¿Y doña Letizia? Ella ha carecido de esa formación.

-Seis años -que son los que lleva casada con el Príncipe- para una mujer tan inteligente y dinámica como ella son muchos. También es un activo para la Monarquía.

-Como historiador, ¿cuál es su percepción de la crisis económica?

-La crisis no es un problema español, es un problema europeo. Ésas son las cosas que trae la mundialización, que todo lo que ocurre en España tiene repercusiones en Europa y en todo el mundo. El programa de medidas contra la crisis no ha sido bien acogido, pero hay que esperar a junio y ver qué pasa.

-¿La situación actual es comparable a algún momento histórico del pasado?

-En 1929 España sufrió como otros países, pero no tanto como ahora. Esta crisis es mucho más grave, más profunda.

-Marruecos reivindica Ceuta y Melilla.

-Ceuta y Melilla son tan españolas como Córdoba y Sevilla, hace siglos que forman parte de España, y eso es indiscutible. Marruecos aprovecha cualquier situación de debilidad.

-La Academia está embarcada en la edición del diccionario biográfico.

-Quedan 42 volúmenes, dentro de dos años tendremos el diccionario completo y con él España se convierte, en el conocimiento de sus personajes históricos, si no en el primer país del mundo -eso depende de las opiniones-, en el segundo detrás de Oxford: España es más importante en el conjunto de sus personajes y en el número de biografías. Hemos pasado de no tener nada a tenerlo todo. ¿Sabe que en el siglo XIX se quiso hacer un diccionario de varones ilustres?

-¿Sólo varones?

-Había mujeres, las hay y las hubo, pero tuvieron la visibilidad que les otorgaron los hombres. Nuestro paisano Campomanes desde la Academia de la Historia fue un defensor de la ilustración de las mujeres. Mientras no tengan la misma instrucción que los hombre carece de sentido discutir sobre si sus capacidades son iguales o distintas a las de los hombres, decía. Jovellanos, lo mismo.