Oviedo, E. F.-P.

El descubrimiento del yacimiento de Xian fue, como suele suceder en los hallazgos arqueológicos, absolutamente fortuito. Ocurrió en 1974, mientras unos campesinos cavaban un pozo. Al remover la tierra aparecieron unas esculturas de terracota, de tamaño natural, que resultaron ser los guardianes de la tumba del primer emperador de China, Qinshihuang, fallecido en 210 antes de Cristo. Con este ejército de barro el emperador pretendía hacer prevalecer su poder más allá de la muerte.

Las excavaciones arqueológicas sacaron a la superficie ocho mil figuras, soldados en diferentes actitudes, a pie y a caballo; cada uno con rasgos y caracterizaciones diferentes y en formación de batalla. Los guerreros, junto a carros de combate, armas y armaduras, se reparten en tres fosas. El yacimiento puede ser visitado por el público desde 1979 y en sus proximidades se ha levantado un museo. Desde el año 1987 ostenta el reconocimiento de Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.