La industria chacinera le ha dado a Candelario, pueblo de la provincia de Salamanca, riqueza y renombre. Pero también le ha dado un dicho que se ha hecho muy popular incluso más allá de las pequeñas y empinadas calles de esta localidad de apenas mil habitantes. Y dice así: «En Candelario se atan los perros con longanizas». Esta frase comenzó a utilizarse a principios del siglo XIX cuando en una fábrica de embutidos propiedad de Constantino Rico, más conocido como Tío Rico, una trabajadora, cansada de las molestias que le estaba provocando un perro, lo ató con una ristra de longanizas. Un chiquillo que lo vio empezó a decir por todo el pueblo que «En casa del tío Rico atan los perros con longanizas». Esta ocurrencia que representa la abundancia agrandó la fama del tío Rico y, por ende, del pueblo, que en sus mejores años llegó a tener 103 fábricas de embutido.

Candelario ha sido declarado en 1975 conjunto histórico artístico, convirtiéndose así en uno de los núcleos más visitados de su provincia. Atraídos por su encanto, los fines de semana acuden a él numerosos forasteros, algunos también atraídos por las viandas que sirve el restaurante mesón La Romana, situado en la parte alta, detrás del Ayuntamiento.

Con una cocina tradicional, en la carta de este establecimiento destaca el solomillo de Morucha (raza con denominación de origen), las setas y, cómo no, platos con el cerdo ibérico como protagonista, como las crucetas, una de las presas del cerdo ibérico también conocidas como secretos.

Calidad a un precio razonable hacen de este local de estilo rústico y que mantiene la estética del conjunto del pueblo, un lugar muy frecuentado por vecinos del entorno y viajeros que llegan a él atraídos por sus buenos fogones y la reputación que se ha ido transmitiendo de boca a oreja. Para asegurarse una mesa se recomienda reservar con antelación. Su horario de apertura se sitúa entre el viernes por la noche y el domingo a mediodía. El resto de la semana permanece cerrado.