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Incluso el propio Venter ha abogado por nuevas regulaciones para evitar abusos de esa «poderosa tecnología». «Creo que las regulaciones existentes no bastan, y como inventores de esto y responsables de su desarrollo queremos ver que se hace todo lo posible para prevenir abusos», afirmó en declaraciones publicadas ayer por el diario británico «The Independent».

Según el Premio Príncipe de Asturias, «creo que es el primer caso en el campo científico en que se ha llevado a cabo un amplio estudio bioético antes de acometer los experimentos». Venter no se anda con falsas humildades. Se considera artífice de un «nuevo paradigma»: es «la primera vez que tenemos una célula totalmente controlada por un cromosoma sintético».

Por su parte, el presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), el gijonés Marcelo Palacios, indicó que el trabajo del investigador americano «abre campos y posibilidades enormes», aunque no supone la creación de vida artificial. «Quien conozca lo que es la maravillosa y complejísima fábrica que constituye una célula, verá que lo que se ha aportado es una parte de ese funcionamiento celular, pero la célula es muchísimo más», aseveró Palacios, quien puso el dedo en la llaga bioética al enfatizar la necesidad de que se aclare quién va a beneficiarse de esto, «si los que lo pueden pagar o toda la población mundial», y si el avance puede dar lugar a «actuaciones perversas» como la creación de armas químicas y bacteriológicas. «En eso tiene que adelantarse la bioética», apostilló.

Andrés Moya, catedrático de Genética de la Universidad de Valencia, remarcó la importancia de este procedimiento porque «las células con genomas sintéticos permitirán diseñar organismos funcionales, es decir, a la carta», lo que conllevará «aplicaciones en áreas tan importantes como la salud, la energía o el medio ambiente». Según Moya, aún existen «retos futuros» para lograr que este protocolo sea «versátil» y permita, por ejemplo, insertar un genoma sintético en cualquier célula receptora.

El filósofo Gustavo Bueno tercia en el adjetivo «sintética» -referido a la célula- para indicar que «es el concepto más ambiguo que hay». A su juicio, lo logrado por Venter «no es el producto de elementos abióticos (sin vida), sino una síntesis lograda a partir de trozos que ya están en la línea de la vida».

Bueno no desea «menospreciar el mérito» de Venter, pero sostiene que «la importancia de este avance se parece más a lo que pueda ser un injerto, a esos trasplantes de cabeza que los rusos hacían a los perros». Se trata de un paso «de importancia tecnológica, práctica, pero no significa una gran innovación teórica». El filósofo no observa, por el momento, «ninguna repercusión ética», pues para ello «deberíamos estar ante una macromolecula racional, pero eso hoy por hoy es ciencia-ficción».

«No hay repercusión ética porque no hay una macromolécula racional»

<Gustavo Bueno >

Filósofo

«Abre enormes posibilidades, pero debe adelantarse la bioética»

<Marcelo Palacios >

Presidente de la SIBI

«Las normas de aplicación del conocimiento debe ponerlas la sociedad»

<Carlos Martínez Alonso >

Ex secretario de Estado

«Las células con genomas sintéticos permitirán diseñar organismos a la carta»

<Andrés Moya >

Catedrático de Genética