La NASA ha decidido oficialmente abandonar su intento por reactivar a su sonda Phoenix en Marte, dos años después de que la nave aterrizara en la gélida superficie polar del Planeta Rojo.

Phoenix -una nave que funciona a base de energía solar, cuyo tamaño se aproxima al de una furgoneta- aterrizó en Marte el 25 de mayo del 2008, y operó por cinco meses recolectando y analizando muestras de suelo y buscando composiciones químicas que pudieran sustentar la vida.

Pero la sonda quedó inactiva una vez que el Sol quedó bajo el horizonte polar, dejando al sitio de aterrizaje en una oscuridad helada y permanente durante los meses del otoño y el invierno del calendario marciano. Marte tarda poco menos de dos años terrestres en completar una sola orbita alrededor del Sol.

El fracaso de la nave Odyssey de la NASA -que orbita Marte- para hacer contacto por radio con la sonda después de sobrevolarla 61 veces recientemente sobre su sitio de aterrizaje confirmó que Phoenix no puede ser revivida.

Graves daños en los paneles solares

Además, una nueva imagen transmitida por un segundo satélite de la NASA, el Mars Reconnaissance Orbiter, --la fotografía adjunta a la principal-- mostró señales de daño severo causado por el hielo a los paneles solares de la sonda.

Phoenix fue la sexta nave espacial en aterrizar exitosamente en Marte desde que la exploración robótica de la superficie del planeta comenzó en la década de 1970 con el programa Viking.

Dos sondas de la NASA continúan operacionales en la superficie marciana: los todoterreno Spirit y Opportunity, que arribaron a comienzos del 2004 y han superado su pronóstico de vida útil en varios años, aunque Spirit está atascado en una duna de arena desde el año pasado.

Uno de los descubrimientos más extraordinarios del Phoenix fue el hallazgo en el suelo marciano de perclorato, un químico oxidante que nutre a algunos microbios pero que es potencialmente tóxico para otros.