Oviedo, P. RUBIERA

La exposición de fotografías de José Ramón Cuervo-Arango (Gijón, 1947) y la de dibujos de Natalia Pastor (Pola de Laviana, 1970), inaugurada ayer en el palacio Conde de Toreno de Oviedo, es una ocasión magnífica para conocer la obra de dos artistas asturianos que, pese a sus diferencias estilísticas, tienen en común la pasión por lo que hacen y una fuerte autoexigencia. «Lo que busco es la armonía, la forma, en definitiva, la belleza», afirma Cuervo-Arango al reflexionar sobre su obra. «Me apetecía la intimidad del dibujo, un dibujo muy sencillo, con mucha técnica», explica Natalia Pastor.

Cuervo-Arango, premio Cajastur, y Natalia Pastor, premio Ayuntamiento de Valdés, fueron los ganadores del Certamen Nacional de Arte de Luarca del pasado año. La exposición viajará después a Madrid. Cristina Álvarez, directora de la Casa de Cultura de Valdés, presente ayer junto a los artistas en la apertura de la muestra, manifestaba a LA NUEVA ESPAÑA que el certamen celebró en 2009 los 40 años de historia abriendose a los artistas extranjeros. «Hemos decidido continuar organizándolo porque a lo largo de todas las ediciones han pasado por él los grandes nombres del arte asturiano y muchos del nacional», subraya.

Cuervo-Arango es uno de los nombres indispensables de la fotografía asturiana. Su obra, de tono clásico y siempre realizada en blanco y negro, tiene un único tema, la Naturaleza, «fuente de estabilidad», afirma. En esta ocasión presenta dieciocho fotografías realizadas en diferentes momentos de su trayectoria, que van de 1980, la más antigua, a 2009. Es su primera exposición en los últimos siete años.

«Mi fotografía es contemplativa, no disparo mucho. Y paisajística. Me interesan las rocas, las piedras, el agua, allí donde está la mano del hombre, aunque él no se vea. Y los árboles, son como las voces silenciosas de la Naturaleza», afirma.

Natalia Pastor es artista reflexiva y esta característica se observa en las dos series que exhibe: «Impactos» y «Rizografías», reflejo ambas de su principales inquietudes, la social y el territorio. «Me muevo en esas dos vertientes», dice.

En «Impactos», en la que rinde homenaje a Frida Kahlo, Natalia Pastor muestra su interés, ya conocido, por la mujer, en este caso por las agresiones. En «Rizografías», su preocupación es el territorio, la superficie y el subsuelo, a través de la utilización del negro y el rojo. Destaca en ella el autorretrato, una pieza en la que combina el dibujo con lana y agujas sobre papel. Todas las obras son de 2010.

Acostumbrada a trabajar sobre espacios, lugares y con la gente -su último proyecto realizado con Vicente Pastor va en esta línea-, Natalia Pastor afirma disfrutar con ello. «Lo duro viene después. A veces es frustrante comprobar la escasa repercusión y proyección».