Oviedo, M. S. M.

El premio «Príncipe de Asturias» fue para Francisco Ayala «una combinación de alegría y cansancio». Así lo recuerda Carolyn Richmond, para quien los largos ensayos que el escritor tuvo que sufrir antes de la entrega del galardón acabaron agotándolo y «estuvieron a punto de impedirle dar su discurso». «El calor en el teatro era tan fuerte que incluso un soldado de escolta se desplomó; y mi marido estaba en el escenario, leyendo, a sus 92 años».

Pero esos comienzos de los que la viuda no tiene muy buen recuerdo no consiguieron enturbiar la jornada al premiado. «Luego lo pasó bien, estaba contento e hicimos una fiesta con un grupo de amigos en el piso superior».

Richmond contó también sus sensaciones de lo que llamó los dos Oviedos»: «el anterior a la reforma urbanística y el actual».