Desde la Tertulia Cultural «El Garrapiellu» nos dirigimos a la opinión pública, a la cultura y a la sociedad civil asturiana. Es norma de nuestra asociación pronunciarnos sobre aspectos que a nuestro entender entorpecen el desarrollo de la cultura asturiana. Lo hacemos como un deber de ciudadanía y amor a Asturias. Ante las inquietantes noticias que afectan a las relaciones de la Consejería de Cultura con la arqueología, queremos hacer pública nuestra posición.

Observamos con preocupación la burocratización y tendencia a la militarización en Cultura. Amenaza reconvertir el organismo que debía velar por el patrimonio cultural en un cuartel, donde se exige proceder «por el conducto reglamentario» y prima la jerarquía o la sumisión ciega al mando, frente a la inteligencia, la preparación científica y la honradez.

Parece que la disciplinada Consejería, olvidando su función primera, que es trabajar en la defensa y conservación del patrimonio, se entretenga en persecuciones laborales a quienes no se sometan o identifiquen con su ideología política. Un comportamiento autoritario y represivo que impide un clima sereno en las tareas arqueológicas. Les sugerimos que se centren en lo que les vamos a evaluar los ciudadanos y ciudadanas en los próximos procesos electorales: su propia capacidad de gestión de nuestros bienes culturales.

La Consejera y su director general debían ejercitar la autocrítica. Matar al mensajero para eludir responsabilidades no es el camino. Su gestión se ha caracterizado por el conflicto, el deterioro de bienes y la incapacidad para defender el patrimonio arqueológico, histórico-artístico y etnográfico. Y si esta asombrosa represión obedece al nombramiento de la dirección del Museo Arqueológico, reclamamos la libre concurrencia, sin maniobras de exclusión, respetando derechos y currículos profesionales.

Por lo que sabemos del trabajo de Ángel Villa y su equipo, los logros obtenidos en el plan arqueológico del Navia-Eo sólo pueden ser calificados de fundamentales en la arqueología castreña del noroeste peninsular. Jorge Camino y sus colaboradores en La Carisa han aportado un nuevo territorio arqueológico para la historia romana y altomedieval de Asturias. La sociedad asturiana tiene una deuda para con los arqueólogos del Chao Samartín, de Curriechos y El Homón de Faro. Y lo mismo diríamos de otros muchos arqueólogos y arqueólogas excelentes. Personas que nos han permitido conocer y poner en valor la prehistoria asturiana.

Es indignante que se persiga a los arqueólogos que hicieron brillantes excavaciones y, lejos de ser recompensados, se les relegue en busca de empleados más fieles. La virtud, siempre recompensada en Asturias, manda por interés político que arqueólogos asturianos dignos sean apartados de sus funciones y expedientados. Acaso porque son arqueólogos de campo, no funcionarios de despacho.

Los despachos e intrigas de esa Consejería tienen en su haber el caso escandaloso de Pepe el Ferreiro, sustituido por el arqueólogo del zulo de la Campa Torres, con nulos conocimientos en etnografía, pero con fidelidad probada, los aprendices de constructores de la restauración de Abamia, los impactos ambientales sobre los dólmenes de la sierra de Carondio, el bochornoso abandono del Prerrománico o la destrucción de los hórreos y yacimientos de San Andrés de los Tacones.

En la Consejería sobran burócratas, enchufados o afines ideológicos y faltan buenos arqueólogos, de los que Villa y Camino son ejemplo. Faltan personas comprometidas con la cultura asturiana y sobran jefaturas incapaces, prepotentes y antiasturianas.

Queremos que la política cultural sea más cultura y menos política. Que se valore la capacidad de los investigadores y no sus relaciones con el poder político. Que nuestras instituciones culturales trabajen con eficacia para que podamos enorgullecernos y disfrutar de nuestro rico patrimonio todos los asturianos y asturianas. No avergonzarnos de oscuras mazmorras kafkianas donde el acoso laboral, la incompetencia y la sospecha de corrupción ahoguen nuestra cultura.

Como ciudadanos y ciudadanas que pagamos la arqueología oficial con nuestros impuestos, exigimos responsabilidades políticas por el expolio de la Campa Torres, la manipulación política del futuro Museo Arqueológico, la sustitución de campañas de excavaciones por campañas de persecuciones arqueológicas, en definitiva, por la dejación de funciones de la Consejería de Cultura. Denunciamos el desprestigio de la política cultural en Asturias.

La Tertulia Cultural «El Garrapiellu» hace públicas estas reflexiones y llama a personas y asociaciones culturales a compartir esta crítica ciudadana a la Consejería de Cultura, en defensa del patrimonio asturiano.