Oviedo, M. S. MARQUÉS

Tres décadas han sido suficientes para que una de las más destacadas construcciones palaciegas de Asturias presente un aspecto tan lamentable como si llevara cientos de años en estado de abandono. Se trata del palacio de Villanueva, en San Cucao de Llanera, un magnífico exponente de estilo barroco rural que amenaza ruina inminente.

Esta construcción monumental estuvo habitada hasta comienzos de los años ochenta, cuando cerró sus puertas definitivamente. Desde ese momento la falta de atenciones y cuidados fueron minando poco a poco las cubiertas del edificio, el primer paso, como siempre, para el inevitable derrumbe.

Levantado en un paraje de especial belleza por la sucesión infinita de prados y pequeñas lomas que lo rodean, la imponente presencia del palacio se divisa desde puntos bastante alejados dibujando una extraordinaria imagen que no pasa desapercibida para quienes transitan por las vías próximas. No es habitual encontrarse con una figura de tal solidez y belleza emergiendo en medio de cientos de hectáreas de pradería y ganado vacuno.

En San Cucao sienten el deterioro del palacio como algo propio. Dos vecinos del lugar, José Manuel García Suárez, «Pocholo», y Mauro González Solares, charlaban el miércoles plácidamente al sol de la tarde muy cerca de la entrada de la finca. Ambos lamentan la situación de la casa y el olvido de los propietarios, a los que no ven interesados en poner nada de su parte para evitar que el palacio se venga abajo.

Mauro González Solares conoce bien la casa porque nació en ella y fue la última persona que la abandonó hace unos treinta años. Su padre fue administrador de los condes de Revillagigedo, propietarios del palacio. Ahora, desde las proximidades donde se instaló al abandonar la casería, asiste impotente a la decadencia de un conjunto que llegó a ser una de las mejores edificaciones en su estilo de toda Asturias.

Ese mismo sentimiento invade a otros vecinos de la zona ante la imagen de desolación que hoy ofrece una propiedad que en otros tiempos fue lugar de acogida de insignes figuras de la nobleza. Jovellanos la cita en sus «diarios» al comentar una excursión por la zona en la que también habla del río Nora, «magníficamente pobladas sus orillas de álamos y alisos; buen puente, de un gran arco punteado, al parecer, romano...». En ese recorrido, Jovino comenta su regreso por Llanera y la visita al palacio.

Nunca habría imaginado el ilustrado que el futuro de esas «torres nuevas», que él cita, fuera, pasado el tiempo, tan escasamente valorado tanto por las distintas administraciones como por sus actuales propietarios.

La historia del palacio de Villanueva la conoce bien Ramón Rodríguez, director de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo y autor de la guía de Llanera. El estudioso fija sus orígenes en el siglo XVII, cuando fue construido por una de las ramas de la familia Valdés. Su fundador fue Andrés Díaz de Villanueva, creador del mayorazgo de Villanueva. Rodríguez cree que fue su nieto, el capitán Álvaro de Valdés Quirós y Navia Osorio, quien debió renovar el mayorazgo en 1709 y 1723 y quien probablemente remodeló el palacio y colocó los escudos de armas de los Valdés, los Bernaldo de Quirós y los Navia Osorio. En la actualidad es propiedad de la familia del conde de Revillagigedo.

Vecino y buen conocedor de la zona, el director de la Biblioteca de la Universidad de Oviedo es una de las personas preocupadas por su situación. «Es lamentable el estado en que se encuentra, no hay que olvidar que es un bien catalogado que no se debería dejar caer. La Administración debe obligar a los propietarios a mantener el edificio».