Oviedo, P. RUBIERA

¿Cómo dar sentido desde España y desde la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) a la celebración de los bicentenarios de las independencias de los países iberoamericanos? Hace tres años, los veintitrés ministros miembros de la organización y los responsables de la misma se hicieron esta pregunta. La respuesta fue el programa «Metas educativas 2021», ya en marcha. El objetivo es erradicar la desigualdad en Latinoamérica a través de la educación. El presupuesto es de 100.000 millones de dólares (algo más de 71.000 millones de euros). El proyecto, «un reto formidable» en palabras de Felipe de Borbón, ha sido presentado por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo (UIMP) al premio «Príncipe de Asturias» de Cooperación Internacional y cuenta con el apoyo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Álvaro Marchesi, catedrático de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Complutense de Madrid y, en la actualidad, secretario general de la OEI, explicó hace unos días a LA NUEVA ESPAÑA, durante una visita a la Universidad de Oviedo, la forma en que se está articulando un programa que, hoy, según afirma, «ha creado un gran debate social y despierta interés internacional, como lo demuestra el que hace unas fechas la organización de educación de la Liga Árabe se interesara por él para poner en marcha algo similar».

La conmemoración de los bicentenarios americanos comenzó en el año 2009 y finalizará en 2021. Son once años de celebraciones, y por ello se proponen once metas con niveles de logro específico para cada uno de los países, pero todos con cuatro ejes comunes: objetivos de cada país, coste, diez programas de acción compartidos y un fondo solidario en el que deberán aportar más aquellos países más ricos, como es el caso de España, Brasil y México. Además, según explica Álvaro Marchesi, se buscan apoyos económicos de la Unión Europea, Estados Unidos y Asia, de empresas, y alianzas, como es el caso de la acordada con Unicef.

La cumbre de jefes de Estado de Argentina, celebrada en diciembre del pasado año, dii el pistoletazo de salida al plan y, de momento, el programa ya cuenta con 2.000 millones de dólares y espera llegar en los próximos meses a los 3.000. El presupuesto total ha sido calculado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de la ONU, quien también ha comprobado su viabilidad.

«Hemos creado una dinámica de responsabilidad social corporativa muy importante. Esta década es la de la educación. A partir de 2024, debido a la demografía, habrá más personas mayores, nuestro reto es lograr mejorar la educación de toda Latinoamérica», señala Marchesi.

Una de las personalidades que primero entendieron el proyecto y no dudó en impulsarlo fue el Príncipe Felipe de Borbón. Cuando el plan se presentó, en 2008, el heredero de la Corona española pronunció un discurso ante los ministros de Educación representados en la OEI en la que subrayó la importancia de la iniciativa como elemento de cohesión de la comunidad iberoamericana.

«El proyecto recoge algunas aspiraciones históricas de los pueblos iberoamericanos como, por ejemplo, que todos los alumnos accedan a doce años de escolaridad obligatoria», afirmó don Felipe. Y añadió: «Pero también se dirige a otros objetivos no menos importantes como es conseguir que las familias con graves dificultades socioeconómicas reciban la ayuda necesaria para garantizar la asistencia habitual de sus hijos a las escuelas, el tiempo de lectura en horario escolar, la participación de los alumnos universitarios en programas de apoyo a la educación básica y la garantía de una educación bilingüe y multicultural a los alumnos de minorías étnicas y de pueblos originarios. Se trata, en definitiva, de que la educación en Iberoamérica tenga el mismo nivel que el de las regiones más desarrolladas, el mismo nivel que Europa».

En el continente latinoamericano 30 millones de personas no saben leer ni escribir, la mayoría mujeres; las diferencias educativas entre los niños y jóvenes pertenecientes a familias con poder adquisitivo y los de nivel social bajo son muy grandes. «Tenemos una responsabilidad con Latinoamérica. Son los nuestros, somos parte de ellos. Tenemos una historia común que queremos y debemos mantener porque es una riqueza, formamos parte de una gran comunidad. Y además somos puente entre dos grandes estructuras sociopolíticas porque nosotros también somos Europa. Somos Europa e Iberoamérica, todo un lujo», señala Álvaro Marchesi.