Oviedo, Eduardo GARCÍA

«No estamos ante un cambio tecnológico, estamos ante un cambio de civilización». El periodista Juan Luis Cebrián elevó la era que nos ha tocado vivir (tabletas, consolas, móviles...) a una categoría cósmica. El escritor Manuel Vicent rebajó, sin embargo, algunos puntos: «La cultura consiste hoy en aprenderse cada día el funcionamiento de nuevos aparatos».

Ambos participaron ayer, en Oviedo, junto al director de cine y novelista Manuel Gutiérrez Aragón, en el debate que abría los encuentros del ciclo «La Cultura en el siglo XXI», que organizan Cajastur y el productor cinematográfico Juan Gona. El entusiasmo de Cebrián se unió al escepticismo de Vicent para ofrecer un duelo incruento sobre la cultura contemporánea y sus formas.

Todo empezó en 1963, octubre para más señas, cuando un ciudadano llamado Abraham Zapruder, máquina de cine súper 8 en mano, se subió a un bidón para ver pasar, y filmar, el coche del presidente Kennedy en Dallas. «Filmó un asesinato, los 17 segundos más visionados que todas las películas de Hollywood juntas. Empezó ahí una nueva era en la que las cámaras dejaron de ser inocentes». La historia, contada por Manuel Vicent, sirvió de antecedente para explicar un descenso a los infiernos en su particular relación con las nuevas tecnologías: «vamos de ignorancia en ignorancia. La verdad ya no interesa, sólo interesan las tripas del aparato. Nuestros jóvenes de hoy piensan con los dedos, su filosofía son los libros de instrucciones».

Recordaba Manuel Gutiérrez Aragón a un buen amigo que decía: «el futuro no tiene porvenir». El futuro de la palabra sí lo tiene «porque en absoluto la palabra ha desaparecido de nuestra vida, es la palabra la que da sentido a la imagen».

Facebook tiene 600 millones de usuarios, el 8 por ciento de la Humanidad, señaló Juan Luis Cebrián, primer director del diario «El País». «Y Twitter es mucho más que una herramienta informática. Twitter es la revolución en Egipto y en Túnez». Es época de «conocimiento colectivo y cooperativo, de cambios más profundos que la aparición de la imprenta. Estamos ante una revolución cultural en la que han desaparecido los conceptos de tiempo y de espacio».

Pero cuidado con la globalización, apuntó Gutiérrez Aragón en el debate, porque «no todo lo que está más a mano es más democrático». Aumentan los flujos de información, pero también las posibilidades de manipulación. Para el cineasta hay algo de apocalíptico en esta carrera universal de las nuevas tecnologías. Para Cebrián, sin embargo, «el cambio en modo alguno es apocalíptico. Otra cosa es que no lo entendamos. Tendemos a controlar los cambios, pero ahora los cambios nos controlan a nosotros». En ese pensamiento del consejero delegado del grupo Prisa hay algo de apocalíptico.

Las máquinas pueden con nosotros. Alegó Manuel Vicent que «no conozco a nadie que no se sienta inferior a su propio ordenador, y tampoco conozco a nadie al que le enseñes tu móvil y no diga eso de "ese teléfono tuyo está anticuado"». A los cantos apasionados de Juan Luis Cebrián ante el fenómeno Wikipedia («la gente puede acceder a la Enciclopedia Británica, pero no, acceden a Wikipedia»), contestó Vicent con una afirmación rotunda:

-Wikipedia es un pensamiento universal lleno de bobadas.

Cebrián contraatacó:

-¿A ti el misterio de la Santísima Trinidad te parece una bobada?

-Total.

-Pues lo de la Santísima Trinidad no se extendió por la red. El sueño de la biblioteca de Alejandría se hizo realidad.

Manuel Gutiérrez Aragón reivindicó el presente para poner en su sitio al futuro, y lamentó que «nunca el mundo ha estado tan obsesionado con ese futuro. Aquí lo que importa no es el vivir ahora, sino el cómo vivir el mañana».

El mundo digital tiene mucho de banalidad, proclama Vicent. Pero la cosa no es nueva: «hoy en día vale más el envoltorio que el contenido. Nos ocurre cuando entramos en un museo. Nos asombramos de los espacios del arquitecto, de los materiales, de las formas... y después, cuando llegamos a la obra expuesta, lo único que acertamos a decir es eso de qué curioso». Vicent contó una anécdota del Rey don Juan Carlos en la feria de Arte Contemporáneo, Arco: «Sucedió hace años. Frente a una obra muy vanguardista, exclamó: "A mí me parece que me están tomando el pelo". Eso fue hace unos cuantos años. Ahora, el Monarca pone cara como si le interesara». Cuestión de experiencia.

Sobre la teoría de la banalidad formulada por Manuel Vicent, tuvo algo que decir Juan Luis Cebrián: «También es banal ir a tomar una cerveza a un bar y hablar de Zapatero». Y una puntillita a su compañero de debate: «Los intelectuales han sido siempre muy malos a la hora de absorber las novedades, porque los intelectuales son orden establecido».

No es sólo cuestión de banalidad, argumentó Vicent, sino de artificialidad cuando no de mentira. «Puedes hacer creer a tu vecina del piso de abajo que te gusta mucho, que eres un joven de Nueva Zelanda. Eso sí que es inquietante».

Es lo que hay, para lo bueno y para lo malo. «En el mundo que era, la norma estaba en la ley; en este mundo de la sociedad de la información, la norma es el software. Y los dueños del software son los dueños del mundo», afirmó Cebrián. Por cierto, esos dueños del mundo, dijo el ex director de «El País», son treintañeros que «fabricaron» sus empresas en garajes o en dormitorios universitarios. «¿Cuánto cuesta Twitter ahora: 15.000 o 20.000 millones de dólares?».

El debate fue moderado por el periodista Ángel Sánchez Harguindey, que tiene la sensación de que va a perderse algo. «Ya lo dice Vicent: nos vamos a ir cuando empiece la fiesta».

«La palabra no ha desaparecido de nuestra vida; es ella la que da sentido a la imagen»

<Manuel Gutiérrez Aragón>

«Tendemos a controlar los cambios, pero ahora los cambios nos controlan a nosotros»

<Juan Luis Cebrián>

«Nuestros jóvenes piensan con los dedos; la filosofía de hoy son los libros de instrucciones»

<Manuel Vicent>