Gijón, J. MORÁN

El 18 de septiembre de 1929, un chaval de 9 años, Alfonso Armada Comyn, asistía a la inauguración de la Escuela Fundación Revillagigedo, un acto presidido por el Infante don Jaime, en representación del Rey Alfonso XIII. Alfonso Armada, que cuenta hoy 91 años, es nieto de quien fuera el impulsor de la Fundación Revillagigedo, Álvaro Armada Fernández de Córdoba Valdés y Güemes (Gijón, 1843-1907), sexto conde de Revillagigedo, séptimo marqués de San Esteban del Mar del Natahoyo, cuarto conde de Güemes y decimoséptimo adelantado mayor de la Florida.

Armada visitó esta semana la Escuela de Formación Profesional del Natahoyo, encomendada a los jesuitas desde el comienzo y de la que en el presente es responsable un hijo suyo, Pedro Armada, superior de la Compañía de Jesús en el barrio gijonés. Aunque ya la había visitado en varias ocasiones a lo largo de su vida, esta última cita reunía circunstancias especiales.

En la mañana del jueves, Alfonso Armada había asistido a la inauguración de la muestra «La luz de Jovellanos», organizada con motivo del bicentenario del fallecimiento del prócer gijonés, el 27 de noviembre de 1811. El ex general acudió al acto con una obra suya debajo del brazo, el libro «Recuerdos de Santa Cruz. Veladas con Jovellanos», recién publicado y que relata los 54 días que Jovellanos pasó en el pazo de Santa Cruz de Rivadulla (Vedra, La Coruña), entre abril y mayo de 1811, pocos meses antes de su fallecimiento. Le habían invitado los marqueses de entonces, Juan Ignacio Armada y Petra Guerra Briones.

Aquella estancia del gijonés en el pazo crearía estrechas relaciones entre su familia y la de los Rivadulla, y la consecuencia será la boda entre un hijo de los marqueses, Juan Antonio Armada y Guerra, con la sobrina de Jovellanos, María del Rosario Valdés Ramírez de Jove. El enlace se celebrará en 1816 y desde entonces la familia Armada, de origen gallego, se vincula con Asturias. Dos condes de Revillagigedo, el padre y el abuelo de Alfonso Armada, vivirán establemente en Gijón, en Deva y en el Palacio de Revillagigedo. En esa línea de descendientes, Alfonso Armada Comyn es el noveno marqués de Santa Cruz de Rivadulla y, por tanto, está emparentado con el árbol genealógico de Jovellanos.

Esta relación familiar la expresó Alfonso Armada al pisar en la tarde del jueves la Fundación Revillagigedo, un enclave jovellanista por varios motivos. Primero, porque en la finca del centro educativo se enclava la ermita de San Esteban, uno de los edificios más antiguos de la ciudad, cuya datación figura en la fachada: año 1648. Este pequeño templo «fue capilla ardiente de Jovellanos cuando su cuerpo llegó a Gijón», después de que hubiera fallecido enfermo de pulmonía en Puerto de Vega (Navia) comentó Alfonso Armada.

Además, la propia fundación de un centro educativo en 1929 «fue idea de mi abuelo, que tenía preocupación por la formación de los jóvenes», agregó el ex general, que incrementó su interés por el jovellanismo durante su estancia en prisión durante ocho años, como consecuencia de la condena del Tribunal Supremo por el 23-F. Fue en la cárcel de Alcalá-Meco donde el ex general de división de Artillería estudió la obra de Jovellanos y trabajó en el libro que ahora ha publicado. Acompañado por sus tres hijos mayores -Juan, Rosario y Pedro-, Alfonso Armada se aproximó a la capilla de San Esteban. «Jovellanos decía que se alcanza la felicidad a través de la virtud; ésa es la luz que nos ha dejado y me alegro de que ése sea el título de la exposición», indicó el ex general.

Los antecedentes de la Fundación Revillagigedo se remontan a 1891, año en el que se publica la encíclica «Rerum Novarum» del Papa León XIII, que marca el inicio de la doctrina social de la Iglesia, o compromiso programático del catolicismo con las realidades sociales del siglo XIX.

Álvaro Armada y Fernández de Córdoba, senador vitalicio por Gijón y diputado en Cortes, era en aquella época propietario de numerosas tierras en el municipio de Gijón. Su interés por mejorar la ciudad le llevó a ceder parte de sus posesiones en el Natahoyo para que se desarrollase el puerto de El Musel.

De familia y formación profundamente cristianas, la lectura de la encíclica «Rerum Novarum» le hizo plantearse el proyecto de fundar una escuela para hijos de trabajadores, que recibirían formación técnica para la industria que había nacido en Gijón durante el ultimo tercio del siglo XIX.

En el Natahoyo, en tierras de su propiedad, se fijó la ubicación del centro, junto a la antigua ermita de San Esteban del Mar, la que había dado nombre a su título de marqués, concedido por el rey Felipe V a principios del siglo XVIII. En esa antigua ermita empezó a funcionar, de forma provisional, una escuela para los niños del barrio, atendida por los jesuitas, mientras tomaba forma la futura escuela profesional.

Álvaro Armada falleció en Gijón en 1907, sin ver realizado su proyecto, pero su viuda encargó al hijo mayor, también llamado Álvaro, que continuara lo emprendido por su padre. El arquitecto Miguel García Lomas dibuja los primeros planos de la escuela y, ya en abril de 1923, Álvaro Armada de los Ríos asistió a la colocación de la primera piedra del nuevo edificio. El fotógrafo gijonés Constantino Suárez dejó constancia gráfica del acto. Pocos meses después, el 25 de noviembre de ese mismo año, Álvaro Armada fallecía en accidente y a partir de ese momento fue su hermano, Luis Armada de los Ríos, marqués de Santa Cruz de Rivadulla y padre del general Alfonso Armada, quien se hizo cargo del proyecto. Una hermana de ambos, Encarnación Armada de los Ríos, se hace religiosa del Sagrado Corazón en 1926 y, antes, deja sus bienes para la construcción de la escuela. Gracias a este impulso económico, el centro se inaugura en 1929, cuando aquel chiquillo de 9 años asiste a los actos vestido de marinero. Casi ochenta y dos años después, Alfonso Armada Comyn ha retornado a la Fundación de su abuelo justo en fechas de gran significación jovellanista.