Moscú, Efe

El científico ruso Grigori Perelman, que rechazó el premio del millón de dólares por resolver la Conjetura de Poincaré, ha roto su mutismo en una entrevista que reprodujo ayer el periódico «Komsomólskaya Pravda». El ruso Alexandr Zabrovski, periodista y productor de cine, fue el primero, según el diario, en entrevistar al mítico Perelman, quien lleva una vida aislada, junto con su madre, en un modesto departamento en las afueras de San Petersburgo.

«Me dijo que no habla con los periodistas rusos porque le faltan al respeto», dijo Zabrovski, quien explicó que, «por ejemplo, la prensa le llama «Grisha» (diminutivo de Grigori) y esa familiaridad le molesta». «Me causó la impresión de una persona responsable, sana, adecuada y normal», recalcó el periodista.

Al abordar el tema de su adolescencia, el científico contó de su primera aparición en una olimpiada escolar de matemáticas en Budapest, donde representó a la Unión Soviética y ganó una medalla de oro. «Cuando nos preparábamos para la olimpiada nos ejercitábamos con problemas cuyas soluciones requerían la habilidad de pensar de manera abstracta», recuerda Perelman.

Asimismo destacó que nunca se enfrentó a un problema matemático que no pudiese resolver, aunque admitió que quizás el más difícil en sus años de juventud fue calcular la velocidad con la que Jesucristo tendría que haber caminado sobre la superficie del agua para no hundirse.

Perelman compartió que a principios de su trayectoria profesional tenía dos caminos por elegir: la música y la matemática. Al final optó por la última, que le ayudó a acercarse a la comprensión de las formas del universo y a obtener fama mundial, que le aburre.

El matemático, famoso por su ascetismo, subrayó que uno no puede tener miedo a ninguna crisis si tiene fórmulas para calcularlo todo.

Mantuvo que aprendió a «calcular los vacíos» y que sigue conociendo los mecanismos de «llenar los vacíos sociales y económicos». «Los vacíos existen por todos lados. El poder de calcularlos nos da grandes posibilidades. Sé cómo manejar el Universo. Ahora díganme ¿por qué tendría que correr a buscar un millón?» resumió Perelman.

El matemático fue declarado el ganador del premio del Milenio por resolver la Conjetura de Poincaré, uno de los siete problemas del milenio. El genio ruso, que abandonó en 2005 su trabajo de investigador en el Instituto de Matemáticas Steklov, solventó el problema y, tras negarse a explicarlo en revistas como «Nature», expuso su demostración por internet en 2002. Con esa demostración ya ganó en 2006 la medalla «Fields», -considerada popularmente el premio Nobel de las Matemáticas-, pero nunca acudió a recogerla en Madrid y también rechazó el premio en metálico.

Tras no encontrar ningún fallo en la demostración de Perelman, la comunidad científica concluyó que el matemático ruso, que dedicó ocho años de su vida a resolver ese problema, había desentrañado el enigma enunciado por el francés Henri Poincaré en 1904.