Oviedo, Eduardo GARCÍA

En un mundo vertiginosamente cambiante, el de la ciencia, la teoría de la relatividad de Albert Einstein se ha mantenido ilesa desde su enunciado en 1905. Más de un siglo de verdad absoluta. Ayer, sin embargo, investigadores del Centro Europeo de Investigación Nuclear (CERN), en Ginebra, aseguraron haber medido velocidades de neutrinos (partículas subatómicas que no tienen carga, ni positiva ni negativa, y apenas tienen masa), por encima de la velocidad de la luz, los 300.000 kilómetros por segundo.

Einstein, y con él toda la comunidad científica durante más de un siglo, daban por hecho que ninguna partícula podía viajar por encima de esa velocidad de la luz. El experimento «Ópera», del CERN, pone en entredicho esa teoría y, de ser refrendado por nuevas pruebas, supondría una revolución histórica: el primer paso, al menos teórico, para llegar algún día a viajar en el tiempo camino del pasado. No es ciencia ficción, sino posibilidad abierta.

Dos horas duró la presentación del experimento por parte del portavoz del equipo investigador, el italiano Dario Autiero. No hay explicación posible a los números, pero los científicos del CERN aseguran haber demostrado que haces de neutrinos han recorrido 730 kilómetros entre las instalaciones centrales del organismo en Ginebra y el laboratorio de Gran Sasso, en Umbría (Italia), una «autopista» cósmica a 1.400 metros de profundidad y a una velocidad 60,7 nanosegundos mayor que la luz.

La comunidad científica acogió con la lógica cautela unos resultados que rompen toda lógica física. El propio director general del CERN, Rolf Heuer, que ayer precisamente se encontraba en Santander, donde dio una charla científica, aseguró «creer» en el estudio de Autiero. Es el momento de que los físicos teóricos «se coman el coco».

O no hay fallo, y entonces estamos ante la noticia científica del siglo, o lo hay en las mediciones del tiempo y de la distancia. En la presentación de ayer el portavoz del equipo aclaró las dudas de los científicos presentes en el acto: «Hay muy pocas probabilidades de error», dijo, aunque no hubo ni un mínimo juicio de valor.

Para las aproximadamente 16.000 mediciones con neutrinos que han tenido lugar desde 2009, los científicos tuvieron en cuenta todos los factores, incluyendo la rotación de la Tierra y los efectos de la Luna sobre la corteza terrestre.

Se habla de nanosegundos, es decir, una unidad que es la milmillonésima parte de un segundo. En términos numéricos, esto: 0,0000000001 segundo. Los investigadores admiten cierta medida de «incertidumbre» que ellos evalúan, como mucho, en menos de ocho nanosegundos. Pero «después de muchas evaluaciones no podemos explicar los efectos observados en términos de las incertidumbres sistemáticas conocidas» hasta ahora, añadió el ponente Autiero, miembro del Instituto de Física de Lyon. Los resultados de las mediciones fueron calificados por el director del proyecto «Ópera» de «intrigantes», y llevadas a cabo a lo largo de meses «con técnicas diferentes y complementarias».

¿Dónde está el posible fallo? El físico teórico español del CERN Álvaro de Rújula predice que «se comprobará que esto es falso». Los investigadores del experimento se manejaron ayer, sin embargo, con soltura en la presentación de los datos. Las mediciones de tiempo se realizaron a través de un llamado reloj científico, bautizado como el «Opera Master Clock», capaz de trocear un segundo hasta lo inimaginable.

La posibilidad de que un neutrino viaje más rápido que la luz no solo cuestiona las leyes de la Física, sino también las de la Naturaleza, y pone en cuarentena uno de los fundamentos básicos de la teoría de Einstein. Al CERN, el macrocentro físico en la frontera entre Suiza e Italia en el que se ha puesto en funcionamiento el LHC (Gran Colisionador de Hadrones), le ha entrado vértigo. «Hay que buscar nuevas medidas», pidió el organismo.

La presentación de más de una hora de Autiero fue saludada por una ovación en la sala que reunía a decenas de científicos, muchos de los cuales participaron en «Ópera», que en total contó con la colaboración de 160 físicos de 30 instituciones y once países, principalmente europeos y japoneses.

Físicos de todo el mundo comienzan hoy un examen a fondo de los resultados. Albert Einstein habría dado un mundo por estar entre ellos.