Dirigirá a Oviedo Filarmonía el viernes en el auditorio de Oviedo

Oviedo, Javier NEIRA

El maestro Marzio Conti, al frente de la orquesta «Oviedo Filarmonía», de la que es titular, con el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias y los solistas Ana Nebot, soprano; Marina Rodríguez Cusi, mezzosoprano; Juan Noval Moro, tenor, y Javier Rado, barítono, ofrecerá el próximo viernes el «Réquiem» de Mozart, en el auditorio de Oviedo. En el compás nueve del pasaje titulado «Lacrimosa», que fue lo último que escribió el genio de Salzburgo -se supone que murió inmediatamente después- se hará una pausa de homenaje y respeto a Mozart y a los seres queridos que cada cual haya perdido.

-¿Qué vuelta de tuerca se puede dar al «Réquiem» de Mozart?

-No es una de las grandes obras musicales de todos los tiempos, es la mayor del universo musical. Más aún. No es sólo la obra musical más grande, es una de las obras más grandes del género humano. Si unos extraterrestres pudiesen venir a la Tierra y nos preguntasen cuál es una de las mayores obras del género humano deberíamos responderles que, entre otras, el «Réquiem» de Mozart. Una vez le preguntaron a Rossini cuáles eran según su opinión los músicos más destacados de todos los tiempos, y citó a Telemann, Beethoven, Haydn, Bach, Vivaldi, Haendel... no dijo nada de Mozart. Entonces le volvieron a preguntar, ¿y Mozart? Rossini respondió que no era uno de los más grandes compositores, porque Mozart sencillamente era la música.

-Y el «Réquiem» es un «auto-réquiem».

-Exactamente. Ésa es la cuestión. Por eso tocaremos el «Réquiem» hasta el compás nueve del «Lacrimosa», las últimas notas escritas por Mozart. Haremos una pausa de homenaje, un momento de silencio, en el último compás que escribió Mozart de su «Réquiem». Es lo que ocurre cuando perdemos a una persona querida. Y tras ese silencio, seguiremos con lo que escribió Süssmayr, su discípulo, hasta el final de la obra. Pretendemos realizar un homenaje a Mozart y a todas las personas que hemos perdido. Concretamente, nosotros vamos a recordar a un querido instrumentista de la orquesta que ha fallecido. Me refiero, claro, a Arcadi Futer, que fue el primer violín histórico de «Oviedo Filarmonía» y que murió el pasado verano. Le dedicamos especialmente el «Réquiem». La humanidad ha tenido la oportunidad de ver pasar por la tierra a un ángel como Mozart. Un ángel no es sólo el tópico angelito de Rafael, sino que supone la potencia y la fuerza de un ser sobrenatural. Un ángel que nos permite hacer ahora su música. Mozart es el músico más tocado en todo el mundo, más que los «Beatles». Ésa sí que es una victoria.

-¿Por qué es así?

-Como decía mi maestro, lo más increíble es que la música de Mozart te hace llorar jugando. Es algo verdaderamente tan inconcebible como cierto, no hay otro músico que pueda llegar a tales profundidades y con esa sensibilidad tan acusada. Espero que todos, en el concierto, lleguemos a ver que es más que un concierto, que es una forma de estar todos juntos. Es como una misa; bueno, es una misa de réquiem, es una obra sacra que abordaremos con el mismo respeto que la aborda cualquier persona que cree en Dios y reza. No somos infalibles, pero esperamos que surja algo en el concierto que sea una semilla en el interior de cada cual y que dé sus frutos. Antes del concierto espero hablar para explicar estas cosas, especialmente, la parada que haremos en el noveno compás de «Lacrimosa» y, después, volver a tocar hasta el final. También me gustaría ofrecer ideas que puedan ayudar en estos momentos tan difíciles para que todos tengamos más energía ante el futuro.

-¿Qué coro y qué solistas?

-Con el Coro de la Fundación Príncipe de Asturias y Ana Nebot, soprano; Marina Rodríguez Cusi, mezzosoprano; Juan Noval Moro, tenor, y Javier Rado, barítono.

-Tres cuartos de hora y sin propina...

-Claro, no se puede tocar después otra obra. El otro día me pedían un bis, pero no se puede hacer nada después del «Réquiem».

-¿Dónde dirigió ese «Réquiem»?

-En Bilbao, el pasado viernes, donde también dirigí otro concierto. El «Réquiem» fue un concierto participativo, como hicimos aquí con «Carmina Burana» hace dos años. Un «Réquiem» con varios coros del País Vasco, uno de Cantabria y «El León de Oro», asturiano, que fue la formación de referencia. Más de 400 personas en los coros, con la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Fue un pequeño milagro, porque es una obra difícil; pero cuando la gente quiere estar junta para hacer algo bueno para la humanidad se crea una situación increíble de convergencia para fines buenos. Fue impresionante, porque lo preparamos muy bien, con amor, que siempre es una gran fuerza.