Oviedo, P. R.

¿Hacia dónde nos dirigimos en arquitectura?, se pregunta Arturo Gutiérrez de Terán en el prefacio del nuevo cuaderno de «Síntesis» editado por Manuel Rúa, dedicado en esta ocasión a la arquitectura sostenible. La publicación incluye los proyectos de nueve arquitectos realizados en Asturias y en Irlanda -alguno como el Centro de Investigación de Nanomateriales y Nanotecnología del CSIC, en La Corredoria, concursado pero no adjudicado- y otro de la empresa Emulsa, el edificio Eco Arquitectura Bioclimática de Gijón, realizado en Los Pericones, según el proyecto de Enrique Maojo Vilasboas y Gumersindo López Rivas.

Los proyectos seleccionados y sus autores son los siguientes: Edificio Central, en el Parque Científico y Tecnológico de Gijón, premio «Julio Galán» y «Asturias» de arquitectura; Centro para Mayores de Arriondas y Edificio Bioclimático del campus universitario Pozo Barredo de Mieres, los tres de Arturo Gutiérrez de Terán, el último de ellos realizado conjuntamente con Celestino García Braña. Gutiérrez de Terán también es el autor del proyecto del ya citado Centro de Nanomateriales.

Nieves Ruiz y Fernando Nanclares son los autores de las obras de conservación de Santa María del Naranco y de la restauración de San Andrés de Bedriñana; Emilio Mitre y Carlos Expósito, del Centro de Recepción de la Fundación Barredo; el edificio Bioclimático de Emulsa es de Juan Moriyón, Javier Cabezudo y Luis Lozano; y el Centro Pier en Galway (Irlanda), que obtuvo el segundo premio del Concurso Nacional de Ideas «Harbour Ideas Compettion», es de Raúl Gutiérrez Salgado. Tanto las construcciones de nueva planta como las restauraciones han sido realizadas a lo largo de la última década, todas en Asturias, excepto el último citado, incluido en el libro por la condición de ovetense del arquitecto.

Gutiérrez de Terán reflexiona en la introducción del cuaderno de arquitectura sobre la necesidad de establecer nuevos equilibrios entre la biología -la naturaleza, lo orgánico- y «los ingenios artificiales que inventa el ser humano», todo ello sin olvidar que «cada arquitectura ha de responder a cada lugar». En su opinión, la biodiversidad que debe preservarse en el planeta llamado Tierra «habrá de ser el hilo conductor de nuestras nuevas obras y de nuestros nuevos comportamientos».

Gutiérrez de Terán ya mostró como consejero de Urbanismo -estuvo en los gobiernos socialistas de Rafael Fernández y Pedro de Silva (1982 a1987)-, su preocupación e inquietud por hacer un urbanismo acorde a las ciudades. A él se deben algunas de las medidas de reordenación del territorio asturiano que, más tarde, no tuvieron continuidad.

Gutiérrez de Terán asegura que el arquitecto no puede afrontar solo estos retos sin el acompañamiento de la sociedad y de las instituciones. «Nosotros, desde nuestro ejercicio profesional responsable, tendremos la doble misión de concretar en nuestros trabajos y, a la vez, convencer a nuestros clientes». Y añade: «La ciencia, la técnica y el arte han de impregnar las entrañas de la economía, la política y, en definitiva, las del conjunto de la sociedad, principio y fin de nuestras acciones a sabiendas de nuestra interdependencia obligada con el medio rural».

El arquitecto está convencido de que sólo la sociedad podrá modificar las acciones que hacen peligrar la Tierra. «Los poderes públicos no son abstracciones, como tampoco lo son los mercados, pero políticos y banqueros habrán de revisar los medios utilizados para obtener el poder y su modo de usarlo, y ello será posible si los ciudadanos, la sociedad en quien se apoyan y que los avala, tomamos conciencia de que ellos son también parte de nosotros; y nosotros, como individuos y como colectivo, somos energía en permanente transformación».