Oviedo, Pablo ÁLVAREZ

Un numeroso equipo del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) llevó a cabo la pasada noche el primer trasplante de mano y antebrazo que se realiza en Asturias, y el cuarto de España. El receptor es un varón de unos 45 años que había perdido los dos brazos a causa de una descarga de alto voltaje que sufrió mientras trabajaba, hace aproximadamente cuatro años. Sólo era posible trasplantarle el miembro izquierdo, debido a que el derecho lo había perdido por encima del codo. El donante falleció con 44 años. Ambos son asturianos.

A última hora de ayer, el paciente permanecía sometido a cuidados especiales, estaba consciente y su situación era satisfactoria. Es previsible que hoy o mañana pase a planta. El resultado de la operación sólo podrá ser evaluado con carácter definitivo a la vuelta de «diez o doce meses como mínimo», según indicó Daniel Camporro, jefe del servicio de Cirugía Plástica del HUCA y máximo responsable del equipo que ejecutó la intervención. Los especialistas del HUCA llevaban trabajando en el trasplante de antebrazo desde el año 2000, aunque hasta el momento no habían concurrido todos los requisitos imprescindibles.

El doctor Camporro explicó que el dispositivo diseñado para la operación se puso en marcha al filo de las tres de la tarde de anteayer, martes, momento en el que surgió la donación. La intervención se desarrolló durante prácticamente toda la noche del martes al miércoles, y a las nueve de la mañana de ayer el receptor era conducido a la unidad de reanimación postquirúrgica.

En total, participaron en la operación «entre 40 y 50 profesionales» del complejo sanitario de Oviedo, precisó Daniel Camporro. Esta cifra es la resultante de sumar a los miembros de la coordinación autonómica de trasplantes, cirujanos plásticos y vasculares, enfermeros, anestesistas y nefrólogos, entre otros especialistas. Los tres trasplantes de antebrazo que se habían realizado en España fueron llevados a cabo en Valencia por el cirujano Pedro Cavadas. En el momento actual, los cirujanos del Hospital Central no tienen previstas más intervenciones de estas características.

«Una operación de estas características es el éxito de toda la sanidad asturiana», resumió Francisco Javier Vadillo, director médico del HUCA, quien participó en la rueda de prensa ofrecida ayer por la mañana y en la que justificó la ausencia del gerente y del subgerente a causa de «compromisos inaplazables».

También acudió a la comparecencia ante los medios de comunicación el consejero de Sanidad del Principado, José María Navia-Osorio, quien subrayó que «me molestan los políticos que aparecen queriendo adueñarse del trabajo de los demás». Navia-Osorio precisó que la realización de este simbólico trasplante en plena crisis política regional «demuestra que, a pesar de todos los avatares políticos, el sistema sanitario no se detiene». Jesús Otero, coordinador autonómico de trasplantes, enfatizó que «después de tantos años, la solidaridad de la gente sigue emocionándome».

El trasplante de antebrazo constituye una delicada intervención quirúrgica que afecta a piel, músculos, huesos, tendones, ligamentos, nervios y vasos. Para el receptor implica «un tratamiento inmunosupresor de por vida y una rehabilitación de un mínimo de dos años», señaló el doctor Camporro.

Entre el paciente y el donante debe existir compatibilidad de grupo sanguíneo, edad, sexo, raza y color de piel. El receptor debe tener entre 18 y 60 años. Desde el momento de la amputación han debido transcurrir más de seis meses y menos de 15 años. «Pasados 15 años es muy probable que estén anuladas las funciones de la mano en el cerebro», indicó el cirujano responsable de la intervención.

«Es imposible recuperar todas las funciones perdidas», señaló Daniel Camporro, quien agregó que en el trasplante del HUCA la sutura de los vasos se hizo por encima del codo. La pretensión de los cirujanos es que el paciente recobre «una serie de funciones importantes», entre ellas las de presa, pinza básica y flexión y extensión de muñeca, así como el tacto en el pulgar y el índice para reconocer aspereza o suavidad y calor o frío.