¿Qué recuerdos trae Whitney Houston? En un primer golpe de memoria lo primero que surge es que la cantante se convirtió en un referente de la historia de la música pop desde la segunda mitad de los años ochenta y hasta que le duró la gasolina en las listas de ventas y éxitos, que fue al menos durante todos los noventa. La pasada madrugada (hora española) la CNN, que enseguida comenzó un despliegue sobre la vida y obra de la estrella, no cejó un momento de poner en sus rótulos informativos los 170 millones de discos, singles, vídeos? que había vendido. Ese impacto de la superestrella que copa listas e incluso reanima la industria del disco siempre queda fijado en la memoria colectiva. Como ocurrió con Michael Jackson, aquella máquina de vender discos que perdió su vida entre adicciones y desesperaciones. Por cierto, rápido se vieron en los informativos televisivos las comparaciones por esas adicciones y esas desesperaciones. Otro punto evocador del seguidor de Houston es cuando aparecían las primeras referencias artísticas sobre ella, en las que se comentaba su cultura coral, soul, gospel, con los referentes familiares como su madre, que cantaba en coros religiosos; la mismísima, la gran Dionne Warwick, o amigas del clan Houston como Aretha Franklin, la dama del soul que le dio las bendiciones. Se hablaba entonces, cuando Houston asomaba su voz en los mercados, de que algunos parientes mayores eran un verdadero prodigio de voz que, sin embargo, no habían alcanzado el éxito. Una deuda que iba a reparar ella. Hubo guiños evidentes a todo eso en su discografía y en su filmografía. En «La mujer del predicador» se iluminan esos ambientes con orgullo y pasión en diversas escenas.

No hay duda a estas alturas (y entonces tampoco las había) de que la voz de Houston tenía un registro muy peculiar, entre el ambiente pop y el soul o el R&B, como, bien matizada, la fue situando la prensa norteamericana especializada. Y creó su propio fenómeno: cantante muy de balada, de canción con tintes románticos, de apuesta por la suavidad y la serenidad en la construcción e interpretación de sus canciones. Se llevó el gato al agua. De hecho, durante un tiempo, sobrepasó a Madonna, que en los años ochenta era la soberana única del pop y en los noventa aún aguantaba el tipo. Dando un paso atrás en esas evocaciones de la memoria se viene a la mente y al oído «Hold me» con Teddy Pendergrass, que es un ejemplo de esas sensibilidades y lirismos rítmicos del estilo Whitney Houston.

Hay que apuntar en el libro ya más próximo en el tiempo de la historia de Houston sus apariciones conjuntas, que hubo más de una, tanto en concierto y grabaciones, con otras divas y divos contemporáneos o glorias aún activas. Momentos de reuniones históricas donde se pudo escuchar a Whitney Houston, Aretha Franklin (en uno de los conciertos a principios de la primera década del 2000 se observa la complicidad entre diosa clásica de la música y nueva reina), Mary J Blige o Brandy y Chaka Khan, entre otras voces. Momentos vibrantes en la historia pop de Estados Unidos y del mundo en que las muy veteranas le mostraban sus respetos a Houston. Aquello también fue una muestra de Whitney Houston de las posturas de voz antes descritas que viajan entre el lirismo, el pop y el soul.

Y, claro, el recuerdo común viene de nuevo del cine y de la mano del filme «El guardaespaldas» con Kevin Costner y el éxito «I will always love you», la canción más interpretada en programas de cazatalentos, imitadores y similares de cualquier televisión o karaoke que se precie.

-¿Y usted qué va a cantar?

-Yo, «I will always love you».

Finalmente el mal recuerdo, el de Houston adicta, arruinada, la Whitney de las peleas con el también cantante y ex marido Bobby Brown. Las emisoras de radio (también en la madrugada española) se hacían eco de la convulsión en las redes sociales al conocerse la dramática noticia. Se contaban todos esos problemas de Houston y se relataban declaraciones de algunas colegas. Mariah Carey, que siempre quiso seguir sus pasos, declaraba el estado desanimado de su corazón y Gloria Estefan decía que estaba convencida de que saldría de sus problemas. Alicia Keys le dedicaba su voz y sus teclas en la fiesta previa organizada por el productor Clive Davis, que, como curiosidad, hay que mirar a a la historia para recordar que fue quien fichó en su día a otra alma bendita del rock, Janis Joplin. Todos los que homenajearon a Houston en la gran fiesta previa a los «Grammy» estaban convencidos de que superaría la mala racha. Pues no, Houston se suma a las muertes precipitadas, fatídicas y hasta misteriosas de otras estrellas. Ya no hay duda, éste es el sino de los astros del pop/rock.