Oviedo,

J. BLANCO / E. GARCÍA

«Lo que está pasando en Ecuador nos sirve para valorar lo que tenemos en Europa y en España, y lo interiorizada que tenemos la libertad de expresión como bien intangible», algo que no ocurre en otras latitudes. El catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo Ignacio Villaverde traduce la sentencia del Tribunal Supremo ecuatoriano contra el principal diario del país, «El Universo», como un ejemplo de «falta de recorrido democrático» y de las «tentaciones de control manipulador del Estado», que se da con alguna frecuencia en países latinoamericanos.

Por su parte, Bernardo Díaz Nosty, catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga, recuerda que «en todos los países de América Latina, salvo en uno, la libertad de prensa es un derecho constitucional, pero la práctica en muchos casos está minada por leyes mordaza que amparan a los funcionarios públicos y a los dirigentes políticos, y por otro tipo de restricciones frente a la labor de los periodistas».

A su juicio, la sentencia del Supremo ecuatoriano «no sólo pone al descubierto las debilidades del sistema democrático de este país, sino el talante autoritario y escasamente cultivado del presidente Correa».

Nosty y Villaverde piden contextualizar los hechos «en el dónde y en el cómo». La sentencia condena a tres directivos de «El Universo» a tres años de cárcel y al pago de 40 millones de dólares por las críticas vertidas contra Correa, a quien el diario responsabiliza de la violencia institucional tras la revuelta policial de 2010.

Ignacio Villaverde señala que «estamos hablando de estados donde sigue vigente el viejo concepto de desacato a la autoridad, que en España desapareció hace ya muchos años de nuestro Código Penal». Díaz Nosty pone muy en duda la independencia judicial del Supremo ecuatoriano en este caso y alerta sobre el «deplorable comentario» del propio presidente al conocer la sentencia. «Ahora sabemos -declaró- que se puede juzgar no a los payasitos (por los periodistas), sino a los dueños del circo».

La sentencia abre camino, a juicio del catedrático de Periodismo de la Universidad de Málaga, «para futuras acciones de acoso y derribo a la prensa».

El asunto surgió con toda la fuerza mediática el pasado año, cuando el presidente Correa, representante del más exacerbado populismo político en la zona junto a los mandatarios de Bolivia y Venezuela, demandó por injurias a uno de los columnistas del diario. La sentencia del Supremo coincide con otra también favorable a Correa contra dos periodistas por la publicación de un libro que el presidente consideró injurioso. Otra coincidencia es la reforma de la ley electoral, este mismo mes, que pone estrictos límites a la labor periodística durante los períodos electorales.

En el fondo de la cuestión, Díaz Nosty ve en los hechos «un obstáculo a la transparencia, que impide el pleno derecho a la información de los ciudadanos, que, con frecuencia, sirve para amparar o encubrir la corrupción política y económica».

«En Ecuador quizá no se entienda muy bien la división de poderes y el hecho de que la legitimidad democrática ganada en las urnas no da derecho a que nadie pueda criticar», señala Ignacio Villaverde. «Es la dicotomía entre los patriotas, el poder, y los antipatriotas, los que critican. La crítica nunca es antipatriótica, al contrario». La Historia, con mayúscula, también cuenta: «Hay países con mayor tradición de libertad de prensa». No es éste el caso.

Y la libertad de prensa está en la esencia de todas las libertades. «Hay líneas rojas -dice Díaz Nosty- que al traspasarlas el sistema democrático se degrada hasta su negación, y una de ellas es la de la libertad de prensa. Correa asegura que ha ganado una batalla en favor de la "verdadera libertad de expresión", de donde se desprende que hay una falsa libertad de expresión, que es, al parecer, la que se aleja de la propaganda oficial».

El director de «El Universo», Carlos Pérez, sigue en la Embajada de Panamá en Quito y espera un salvoconducto para salir del país.

«The New York Times», en un artículo titulado «Un asalto a la democracia», criticaba ayer la política de acoso a la prensa por parte del Gobierno de Correa y pedía una acción de los líderes democráticos del continente, «incluyendo a Obama».