Su último disco lleva por título Flamenco, claro y conciso.

El título dice lo que es el disco para que no hubiese ningún tipo de confusión. Solo guitarra y voz, como homenaje a las voces flamencas de primeros y mediados de siglo. Era una necesidad vital de volver a mi origen y mi origen es el flamenco.

La Niña de la Puebla, Pepe Pinto o Juanito Valderrama son algunas de las figuras a las que rinde homenaje. ¿Por qué?

En flamenco se ha hecho todo prácticamente y para mí era importante recordar de dónde viene que es de dónde he aprendido yo, porque sentía que podía emular los timbres que ellos tenían. Al final el flamenco es como la ópera, es un clásico y es atemporal.

¿Cómo ha cambiado el flamenco desde esos años?

Ha cambiado mucho porque hay muchos flamencos creativos que han tenido la necesidad de aportar nuevas visiones, pero creo que siempre se vuelve a la raíz. A mí me parecía interesante desnudarme frente a mi público para mostrarle la parte más profunda de mi manera de cantar.

¿Qué línea separa el flamenco del pop en este momento de tanta fusión?

Eso depende de cada persona. El flamenco es guitarra y voz, luego entran otros elementos que van aportando cosas. Pero no se sabe dónde está el límite. A mí no me parecen mal las fusiones. Hay cosas que no son flamenco porque se salen del estilo o del palo, pero sí suenan flamenco.

Su carrera ha circulado por los sonidos de la copla. ¿Este género sigue vivo?

Por desgracia la copla se relacionó con la época franquista y era algo negativo. Por eso en España nadie quería escuchar copla y todos queríamos ser suecos. Gracias a Carlos Cano y Martirio se recuperó y hoy en día es un género en alza y defendemos que es cultura de nuestro país.

¿Ha llegado donde soñó?

Pues he llegado más allá de lo que soñé, pero ahora tengo nuevos sueños y espero tener la inteligencia para seguir trabajando y la fortaleza para seguir subiendo.