-¿Cómo se ve el mundo con los ojos de Carlos, el hijo de Carmen Maura en Okupados?

Pues con muchas ganas de verlo. Siempre les digo a mis alumnos que para aprender trabajando hay que hacerlo con alguien que sabe mucho más que tú. Para mí, Carmen es la más grande de este país. Tengo muchas de ver Muchachas, película por la que ha ganado un premio César.

-En la serie usted trabaja en un banco. ¿Se ha puesto al día en tema de desahucios?

En la serie yo debo vender un edificio que ocuparán mi madre, una actriz retirada, y un grupo de personas mayores que están hartas de vivir en un asilo. Si vendo ese edificio, mi jefe me ascenderá. En la ficción esto es así, pero en la vida real creo que lo que está sucediendo con los desahucios y el impago de hipotecas es inhumano.

-El trasvase de actores entre el cine y las series es ya una constante. La alfombra roja de los Goya estaba a rebosar de caras televisivas.

Hace unos años había dos mercados audiovisuales: la televisión y el cine. Pero ahora ya no están tan separados. Ahora cuesta más arrancar una película. Toni Bestard ha estado más de cinco años para poder hacer El perfecto desconocido. En estos momentos, los actores que se dedicaban al cine trabajan en la tele. La tele ha dejado de ser el formato tonto e ingenuo. Algunas series españolas como Águila roja o El barco ostentan un trabajo artístico brutal.

-¿Tienen libertad suficiente los guionistas y directores de las series para desarrollar su proyecto?

Uno tiene libertad para presentar lo que quiera. Si la tele te lo coge, luego el proyecto se desarrolla. Y ahí se tiene en cuenta la audiencia, que a veces te obliga a introducir cambios. Creo que desde un principio hay que trabajar con libertad. Las cosas no deben hacerse para gustar. Y si resulta que al final gustas, pues genial.

-¿No falta la figura del showrunner en España, aquel especialista que vela por que la serie sea finalmente como fue ideada?

Sí. Creo que es una figura que ayudaría a mejorar el resultado final del producto. Pero creo que en cierta medida existe cuando hay una intención de que todo llegue adonde tiene que llegar.

-En Estados Unidos grandes directores de cine están implicados en la ficción televisiva. En España no.

En este país, los cineastas se lanzan al documental o al videoclip. De momento es así. Creo que cada cual debe usar su propio vehículo. Recuerdo una entrevista muy buena que le hicieron hace algunos años a Lluís Pasqual en la que le preguntaron por qué no hacía cine. Él contestó que porque no soportaba comprobar que aquello que había grabado y le había dado el visto bueno como película, luego no lo podía cambiar, algo que sí es posible en el teatro en cada nueva función.

-¿Es El perfecto desconocido cine de autor?

Si entendemos película de autor aquella que es personal, íntima, en la cual el director ha aportado mucho de su bagaje personal, pues sí, es cine de autor. Rodamos en Bunyola, hay un avenc, se habla de la vida de una persona que toma una fuerte decisión, pues coge su mochila y vuelve a un lugar en el que ya estuvo y donde sucedió algo. En esta cinta hay gestos muy personales. Es cine artesano: Carlos Santos hace sombras son las manos, Guillem pinta. Pero si nos preguntamos: ¿es película de autor la que podemos ver en los cines Alexandra a las 4 de la tarde? En ese sentido, El perfecto desconocido no es una cinta de autor porque la encontraremos en muchos cines. Creo que la cinta de Toni tiene un punto honesto. Y es muy contemplativa.

-Honestamente, ¿cree que la película gustará?

A mí me gustaría que gustase. El gesto que hay detrás de esta película no es el de la búsqueda consciente de agradar a todo el mundo. Toni ha querido hacer la película que a él le gusta.

-A mucha gente le recuerda a Yo de Rafa Cortés.

Supongo que por lo del extranjero que llega a Mallorca. A un pueblo en ambos casos. Pero creo que la de Rafa tiene más puntos de thriller continuo, con muchas situaciones extrañas concatenadas. Toni tiene un punto contemplativo. Si te fijas, Colm Meany [protagonista de El perfecto desconocido] lo que hace todo el tiempo es mirar.

-Sí, y realmente la película empieza cuando usted aparece con su compañero policía.

Así es. La acción empieza a suceder en ese instante. Pero no desvelemos más cosas de la película.

-¿Qué opina de que IB3 esté siendo dirigida ahora mismo por un exsenador del PP?

Las televisiones públicas están politizadas. La verdad es que siento mucho cómo está IB3. Tengo compañeros del sector audiovisual y otros actores que creo que estaban creando una industria sólida. Ahora están muchos de ellos parados, como muchas productoras. Creo que las luchas políticas, por otra parte, tampoco favorecen nada el resurgimiento de la tele. Habría que volver al consenso bajo el que nació IB3. Lo importante ahora es que se le dé un sentido real al canal. A los catalanes, si les cerraran TV3 es como si les quitaran Plaza Catalunya. En cambio, en las islas el concepto de país y lengua no lo tenemos aceptado. Vivimos un lío lingüístico muy grande. Creo que ahora hay que valorar si se quiere continuar con la tele. Si resulta que finalmente no la queremos, más vale cerrar.

-¿Se hacía un buen producto de ficción?

Sí, y no es porque yo estuviera en esas series. Sé que había gente de Madrid que miraba las series de IB3 por internet y me comentaban que podían emitirse perfectamente a las 16 horas de la tarde en Antena 3. Sé que no eran de una calidad maravillosa por el presupuesto, pero se hacía lo que se podía.

-¿La RAE se mete con los actores?

La Academia no, pero los lingüistas de IB3 sí que estaban encima de nosotros. Querían que habláramos y sonáramos a balear estándar. Estaban muy pendientes de que todas las palabras fueran normativas. Sobre lo de la RAE, una vez le dije a nuestra cartera que como volviera a decir cartero no le abría la puerta.

-Lo de España, ¿a qué le suena más: a Azul oscuro casi negro o a Balada triste de trompeta?

Pues me suena más a: España, ese país en el que no Habrá paz para los malvados.

-¿Permiten los presupuestos que se manejan en este país hacer películas que vayan más allá del habitual costumbrismo?

Se hacen algunas. Pero tenemos la industria que tenemos. Recuerdo ahora mismo Verbo, una cinta rimada, de Eduardo Chapero-Jackson, y Eva, de Kike Maíllo. Son películas que abren caminos interesantes.

-¿A cuántos castings puede presentarse en un año?

A entre cinco y diez como mucho. Tengo trabajo, pero no tres o cuatro proyectos sobre mi mesa. También doy clases en el Institut del Teatre de Manresa.

-Después de tantos personajes, ¿quién es usted?

No creo que existan los personajes. Los personajes están en los papeles y en los libros. Tú eres siempre tú, y cuanto más tú seas mejor te saldrá el papel. El actor debe trabajar con sinceridad y con la mayor facilidad posible. Cuanto más fácil se nos hacen las cosas a nivel técnico, más podemos profundizar en el personaje. Cuando uno actúa debe darlo todo emocionalmente, pero con el cojín de "esto se acaba y ahora vamos a tomarnos unas cañas".

-Rajoy hace de chico de los recados de Merkel. ¿Qué papel de ciudadano interpreta usted?

Yo interpreto al ciudadano que vende pescado. Me levanto cada día muy temprano, a las seis de la mañana, porque los actores rodamos muy pronto. Luego levanto la persiana para vender todo el pescado.

-Sin subvenciones, ¿el cine se hará a oscuras?

El cine es un arte muy caro. El teatro puede llegar a hacerse sin subvenciones. Pero el cine no. El cine sin subvención es un cine a oscuras, un fundido negro. Sin subvenciones para el cine, veo el futuro Azul oscuro casi negro.