Gijón, J. L. ARGÜELLES

El arte no ha de ser sólo otra rama más del mercado y los creadores deben tratar de responder, con sus obras, a una pregunta que asoma pertinente, central: «¿Qué puede hacer el artista en tiempos de confusión?». El planteamiento y la interrogación son del escritor Ricardo Menéndez Salmón, quien ofreció ayer una conferencia en el Centro de Interpretación del Cine en Asturias (CICA) en la que, a propósito de «Andrei Rublev», la enjundiosa película de Andrei Tarkovski, afirmó: «La literatura tiene que asomarse también a los lugares incómodos».

El escritor gijonés, uno de los autores más destacados de la narrativa española actual, recurrió al título de su última novela, «La luz es más antigua que el amor» (Seix Barral), para trazar conexiones entre esta obra y algunos de los temas que Tarkovski aborda en «Andrei Rublev». Menéndez Salmón, que juzgó este filme como la «mayor película de la historia del cine», y al fallecido director ruso, como el «más importante de la segunda mitad del siglo veinte», se detuvo en el conflicto que explicita la cinta (las tensiones entre el artista, su obra y la realidad) para defender una visión del arte como «discurso ético». «El arte no debe defraudar las expectativas éticas», reiteró.

El novelista, además de crítico del suplemento «Cultura» de LA NUEVA ESPAÑA, tomó algunos de los hilos de «Andrei Rublev», donde Tarkovski indaga en los estremecimientos intelectuales y vitales de un conocido pintor de iconos del siglo XV, para subrayar la necesidad de un arte y de una literatura que «estén abiertos» a los procesos sociales de su tiempo. Indicó que hay, a su juicio, algunos escritores españoles de ahora que no evitan esos ámbitos de la incomodidad. Citó, entre otros, a Rafael Chirbes, por su «Crematorio», y a Isaac Rosa, por «La mano invisible».

En opinión del narrador asturiano, que deslumbró a lectores y crítica en 2007 con «La ofensa» (Seix Barral), asistimos, más allá de las graves y evidentes repercusiones de la depresión económica, a una «inmensa crisis de valores». «Lo que está en el tapete es el debate sobre los valores que han hecho a Europa», dijo acerca de los problemas que atraviesa el país heleno: «Si Grecia fracasa, fracasará un sistema de valores que tiene tres mil años».

La apuesta por un arte enraizado en la búsqueda y defensa de ciertos valores éticos no es incompatible, según señaló asimismo Menéndez Salmón, con un cierto escepticismo sobre el alcance del arte como «conjuro contra el mal». «No tengo la certeza de que sirva para hacer capitular al mal», manifestó, para encadenar: «En términos personales, en el arte encuentro un lugar de refugio y creo que puede jugar un papel capital en los debates éticos del momento».