Gijón, J. L. A.

Desde su debut en 1970, en el Teatro Nacional María Guerrero y con «Romance de lobos», de Valle-Inclán, la carrera de Josep Maria Pou (1944) no ha hecho más que crecer; es una de las grandes referencias de la escena española. El actor protagoniza hoy en el Jovellanos (20.30 horas) «Llama a un inspector», la obra quizá más representativa del autor británico John Boynton Priestley (1894-1984), que utiliza la técnica de las piezas de suspense para construir una parábola política.

Pou asume en este montaje, del que la crítica ha destacado su sobriedad y solidez, un doble reto: además de dar vida al inspector Goole, dirige un elenco en el que figuran Carles Canut, Victoria Pagés (encarnan al matrimonio Birling), Rubén Ametllé, Paula Blanco y David Marcé. La escenografía es de Pep Durán.

Priestley estrenó («An inspector calls»), que ha sido traducida al español como «Llama a un inspector» o «La llamada de un inspector», en 1946, en el New Teatre de Londres. Un año después ya estaba en Broadway, y cuatro más tarde, en 1951, subió al escenario del Teatro Español de Madrid, con una adaptación de Félix Ros y bajo la dirección de Cayetano Luca de Tena. Es una obra que no ha dejado de reponerse en numerosos países.

Priestley escribió también novela y fue un activista político de izquierda (presidió por ejemplo el «Comité 1941») que, tras ir desencantándose por algunas decisiones del Partido Laborista, acabó en posiciones muy próximas a las de Bertrand Russell. Tanto es así que fue uno de los fundadores del movimiento por el desarme nuclear, que presidió el filósofo.

Pou ha manifestado, tras el estreno de su montaje de «Llama a un inspector», que esta pieza escrita sobre la falsilla de una trama policiaca es, en realidad, un texto moralizante que filtra muchas de las ideas de Priestley sobre la justicia social. La obra apunta hacia la responsabilidad y la culpa, a propósito del suicidio de una joven.