Toca «merengazo-show», ese ritmo que se impone en el mundo para disgusto de media humanidad. Volaron dos puntos en el Bernabeu y de nuevo el mundo saluda. Es lo que tiene el «merengazo»: ampliación momentánea de saludos, aunque sea para vacilar. Son las cosas de la otra parte, «donde se dan cita el buen gusto, la modernidad y la perfección» (el maestro J. P. dixit). Y añadiría que en la otra zona también se sitúan los pensadores -si no grandes- más limpios (entiéndanse los piropos desde la perspectiva de allá) del planeta fútbol. Una vez más el ritmo blanco ha sido generoso y permite un punto de picante a la Liga para que aumenten recaudaciones y audiencias de televisión. Aunque, bien pensado, igual es mejor que nos dejemos de emociones, recaudaciones y audiencias, y suframos un pelín por que algunos no saluden tan habitualmente... No vaya a ser que se nos vaya el ritmo de las manos. Aseguremos el paso, que los bailes se pasan de moda en un pispás.