Oviedo, J. N.

La Facultad de Derecho de la Universidad Complutense de Madrid ha creado el «Día de Altamira», que se celebrará todos los años el 8 de marzo, para honrar la memoria de uno de los juristas y pedagogos españoles más destacados de todos los tiempos, muy ligado a Asturias, ya que fue catedrático de Historia General del Derecho de la Universidad de Oviedo entre 1897 y 1911 y uno de los promotores hace más de un siglo de la Extensión Universitaria, que llevó los saberes a las clases populares de aquel tiempo y continúa con su labor educativa. La Complutense también ha instituido un premio para profesores en activo que llevará el nombre del ilustre jurista.

La doble iniciativa ha partido de José Manuel Pérez-Prendes, catedrático jubilado de la Facultad de Derecho de la Universidad Complutense. Como ha comentado, «realicé en su tiempo una serie de indagaciones, y es que a partir de la "ley Moyano", y por falta de presupuestos, la investigación se dirige y concentra en la Universidad central, que así se denominaba entonces a la Universidad de Madrid. Todos los catedráticos de prestigio tienen en ese tiempo por meta ir a Madrid. Y Altamira también, claro. Le nacieron en Alicante, se puede decir. Pudo tomar posesión de la cátedra de Zaragoza, pero prefirió Oviedo. Y después de más de treinta años toma posesión de la cátedra de Madrid, el 8 de marzo de 1931, por eso hemos escogido esa fecha para el "Día de Altamira". Marzo de 1931, no hace falta decirlo, era un tiempo extremadamente complicado». Altamira estuvo un año en el decanato «y le sucedió Adolfo Posada, asturiano y, como él, uno de los promotores de la Extensión Universitaria. Altamira regresó al Tribunal de La Haya y después al exilio, así que se borró su nombre de la Facultad, de la memoria de la Universidad, ni siquiera quedó en la galería de retratos, hasta que mucho después lo puso el decano Iturmendi».

El año pasado, al cumplirse los 60 años del fallecimiento del catedrático, se dio un impulso en la recuperación histórica y académica de su figura, sin duda de extraordinaria importancia. En el proceso influyeron Pilar, nieta de Altamira, y el decano, Raúl Canosa. De ahí partió la iniciativa de Pérez-Prendes de crear el «Día de Altamira» y el premio que acaban de ser instituidos.

A ese respecto, en la Facultad de Derecho de Madrid se ha formalizado un patronato presidido por el decano, que será el encargado de dar el premio a profesores en activo. «Los profesores están muy maltratados por la sociedad», señala Pérez-Prendes, «se dice que tienen muchas vacaciones y cosas así, cuando la verdad es que, sobre todo los jóvenes, imparten decenas de horas de clase quitando tiempo a su formación». El premio está orientado a profesores de Derecho y sus trabajos realizados en cualquier lengua peninsular, incluyendo docentes e investigadores de América. «No se trata de premiar a profesores famosos, porque de esa forma el patronato se premiaría a sí mismo o a algún colega en situación similar, queremos distinguir a personas, a profesores, destacados pero que no estén lanzados socialmente, por así decir». En este mismo mes de abril se fijarán las bases y se convocará oficialmente el premio.

El profesor Pérez-Prendes, autor de la doble iniciativa -y que no ha querido figurar en el patronato- nació en Madrid, su padre era asturiano de Carreño y su madre donostiarra. Se licenció y realizó el doctorado en la Universidad Complutense y también se formó en Alemania. Durante diez años dirigió cursos de verano impartidos en Gijón y organizados por la Universidad de Oviedo.

Rafael Altamira fue el primer catedrático por oposición de Historia General del Derecho. Formó parte del llamado «Grupo de Oviedo», creador y motor de la Extensión Universitaria. En el entorno de las celebraciones del III Centenario de la Universidad de Oviedo se encargó a Altamira la realización de un viaje académico a América, que duró nueve meses, y durante el cual impartió trescientas conferencias, en EE UU, Argentina, Chile, Uruguay, Perú, México y Cuba. De aquélla fue investido doctor honoris causa por cinco universidades.

Con posterioridad fue nombrado inspector general de Enseñanza y director general de Enseñanza Primaria, desde donde introdujo instituciones pedagógicas como la Escuela Jardín, siempre inspirado por las ideas de la Institución Libre de Enseñanza. En 1914 logró la cátedra de Historia de las Instituciones Políticas y Civiles de América en la Universidad Central de Madrid. En 1921 ingresa como juez titular del Tribual de La Haya -formado por sólo nueve juristas-, cargo que ocupa hasta 1940. Al estallar la Guerra Civil se exilió. Falleció en México en 1951.