Oviedo, M. S. MARQUÉS

«A no mucho tardar se podrá hacer una dieta personalizada que no curará, pero nos evitará padecer algunas enfermedades». Este pronóstico fue formulado ayer por Alfredo Martínez Hernández, tras recibir en Oviedo el premio «Du Pont» de la Ciencia.

Doctor en Farmacia y catedrático de Fisiología y Nutrición en la Universidad de Navarra, el premiado hizo hincapié en la necesidad de reducir los niveles de grasa corporal para controlar la obesidad, lo que es fácil de conseguir con una modificación de la conducta alimentaria y un incremento de la actividad física. A su juicio, «adelgazar es fácil, basta con dejar de comer, el gran reto de la ciencia es mantener el peso perdido».

El profesor Santiago Grisolía fue el encargado de entregar ayer el XXI Premio «Du Pont» durante un acto en el que también tomó la palabra el presidente de la multinacional en España, Enrique Macián, quien se refirió al cambio de estrategia de la compañía «orientado a asegurar la cantidad y la calidad de los alimentos de cara al futuro».

Tras recibir los atributos del premio, Alfredo Martínez habló de los estudios que se realizan en la Universidad de Navarra para dar respuesta a varias cuestiones relacionadas con la obesidad. Una de las vías de trabajo se basa en conocer por qué la misma dieta calórica no se comporta igual con distintos individuos, y la otra en saber por qué no todas las calorías cuentan igual.

«No todo el mundo pierde peso igual con la misma restricción calórica». Así resume las dos vertientes de sus estudios, tanto sobre la energía que cada caloría proporciona como la relacionada con la epigenética. Señaló que ya hay unas 25 empresas en España que comercializan productos relacionados con genética y nutrición.

Centrado en un campo de trabajo que profundiza en la genética, el científico expuso conclusiones según las cuales en la obesidad y en la enfermedad de los hijos influye la alimentación de las madres y las abuelas durante la concepción. Esta investigación surgió a raíz de una situación concreta, cuando comprobó que los hijos de mujeres que vivían en Holanda durante el invierno de 1944, en el que se padecieron restricciones alimentarias, presentaban cuadros de obesidad, hipertensión o diabetes años después.

Con estas premisas, sus investigaciones se enfocaron en analizar las calorías de la dieta para deslindar sus diferentes valores, desde el termogénico al antiinflamatorio, pasando por su comportamiento respecto a la saciedad.

Hablando de dietas, propuso pautas para una correcta nutrición que clasificó con las cinco primeras letras del abecedario: Alimentos saludables, balance de nutrientes, comidas variadas, distribución horaria adecuada y equilibrio entre cantidad y apetito. Como experto en nutrición señaló que el 15,5% de los españoles tiene obesidad y un tercio, sobrepeso, y describió estos porcentajes como un problema serio de salud. «La obesidad es la segunda causa directa o indirecta de mortalidad», dijo.

Llamó la atención sobre dietas como la Atkins o la Dukan, que son hiperproteicas y permiten el consumo de hasta el 70 % de proteínas, cuando a su juicio lo correcto en cualquier dieta debe estar en torno al 30%. A favor de las proteínas dijo que éstas permiten perder menos masa proteica durante el adelgazamiento, al contrario de lo que sucede con los hidratos de carbono. Por último, habló del papel de las mitocondrias, encargadas de establecer el mayor o menor gasto de energía, un gasto que aumenta en las dietas de proteína.