Oviedo

Desde Asturias se lleva una década estudiando el síndrome de Hutchinson-Gilford, conocido como progeria. Niños viejos, toda una paradoja biológica que reduce la vida de los afectados a tan sólo un veinte por ciento de lo que es el devenir vital normal.

La investigación asturiana que publica la revista «Genes & Development» abre la puerta, salvando todas las distancias y con toda la precaución científica, al uso de fármacos antiinflamatorios para intervenir sobre algunas de las alteraciones asociadas con el envejecimiento normal. Que nadie interprete la posibilidad como que tomándose aspirinas no vamos a envejecer. Lo de la aspirina viene a cuento porque la investigación de los institutos universitarios de Oncología y Odontología utilizó como antiinflamatorio un fármaco muy similar, el ácido salicílico.