Oviedo, Eduardo GARCÍA

Cientos de estudiantes por la calle de Uría gritando una consigna de los años setenta: «Si no hay solución, habrá revolución». Fue como un viaje al pasado, con sus luces y sus sombras. La manifestación estaba convocada por el Sindicato de Estudiantes y por la Federación de Asociaciones de Padres de Alumnos «Miguel Virgós», así que fue una movilización intergeneracional y en muchos aspectos familiar. El ministro Wert logró algo complicado, unir a padres y a hijos bajo una misma pancarta.

La manifestación de ayer en Oviedo, bajo la lluvia fina, fue el acto central de tres días de protestas. Por la mañana, muchos huecos en clase en los centros públicos e institutos con seguimiento de huelga por encima del 90%. La Consejería de Educación siguió sin dar datos del paro, lo que le fue afeado a la titular, Ana González, en el debate de la Junta General del Principado. Mientras Ana González contestaba a una larga batería de preguntas del grupo de Foro Asturias, la cabecera de la manifestación llegaba a la plaza de la Escandalera donde se leyó un comunicado que incide en los mismos reproches bien conocidos. Para los convocantes hay una clara estrategia de desmantelamiento de la red educativa pública desde la Administración central, con la regional como cómplice.

«Me gustas, democracia, porque estás como ausente», rezaba una pancarta parafraseando a Neruda. Los eslóganes coreados durante la manifestación no fueron canciones de amor, aunque rimaran: «Con Mariano recortando, imposible seguir estudiando». Alguno ya tiene la coartada ante la posible llegada de los suspensos de la primera evaluación. Había ambiente y algún que otro mosqueo. Algunos padres lamentaban la instrumentación de sindicatos y partidos políticos. Su presencia era inevitable, aunque las centrales de la Junta de Personal Docente se mantuvieron en segundo plano. Había más alumnos que profesores. Protagonizaron los más jóvenes y por eso hubo más vidilla coreográfica: «¡A correr, a correr, que viene Wert!» o ese más bien candoroso «El dinero del banquero, para el instituto obrero» (¿pero existen los institutos obreros?). Todos estaban de acuerdo, niños, jóvenes y mayores en que, efectivamente «esto no es una crisis, es una estafa». No faltó una pancarta ya clásica, esa que clama «Wertgüenza» y una rima de nuevo cuño: «Menos "maderos" y más lapiceros». La Policía no se inmutó, sólo se mojó. Es lo que tiene la lluvia, que democratiza.

No se dieron cifras, pero la comitiva rondó las tres mil personas, un éxito para la tarde de perros. Los convocantes amenazaron con repetir la experiencia si desde el Gobierno se repiten los errores.

La manifestación transcurrió sin incidentes por las calles de Uría, Conde de Toreno, Santa Susana y Marqués de Santa Cruz, para acabar a dos pasos de la Junta General del Principado donde había debate casi monográfico sobre educación. Dos mundos en paralelo, el de los políticos y el de la gente de la calle que anda sobrada de fatalismo como prueba el cartelón que empuñaba un chavalín: «Llo sovrebibí ha los rrecortes en heducación».

Pero no sólo en la ovetense calle Uría hubo ayer ambiente de protesta. En Gijón, con una notable incidencia de la huelga en los centros, hubo también alguna manifestación por las calles. Como la que protagonizaron profeores del IES Mata Jove, con un recorrido simbólico por el barrio de La Calzada.

Otra localidad donde hubo paseos de protesta fue Llanes. Un centenar de estudiantes del IES llanisco cantaron frente al Ayuntamiento al ritmo del «Resistiré» del «Dúo Dinámico». La alcaldesa socialista Dolores Álvarez no cantó, pero se solidarizó, informa Emilio G. CEA.