Nueva York,

Teresa DE MIGUEL

A pocos meses de celebrar su 80 cumpleaños, el escritor estadounidense Philip Roth no suelta la pluma que le ha valido el premio «Príncipe de Asturias» de las Letras 2012, pese a confesar que «si pudiera dejar de escribir, lo haría».

«Tengo 79 años, ¿si (escribir) es tan frustrante y difícil para mí, qué me ha llevado a seguir haciéndolo? Y la respuesta es muy tonta, es que no sé cómo parar. Si pudiera dejar de escribir, lo haría, pero no sé cómo hacerlo», explica Roth en una entrevista con «Efe» en su apartamento en el barrio neoyorquino del Upper West Side.

Roth se ha convertido en el cuarto escritor estadounidense en obtener el «Príncipe» de las Letras, tras Arthur Miller (2002), Susan Sontag (2003) -que lo compartió con Fatima Mernissi- y Paul Auster (2006), aunque su alegría se ve empañada por partida doble.

Debido a una reciente operación de espalda no podrá viajar hasta Oviedo (España), para participar en la ceremonia de entrega el próximo viernes, y tampoco podrá compartirlo con su «querido amigo y colega» el también «Príncipe de Asturias» Carlos Fuentes, fallecido en mayo pasado. Al recordar la relación de amistad que le unió durante casi treinta años al escritor mexicano, de la que recuerda con particular alegría un viaje que realizaron juntos a España, Roth bromea sobre su propio aspecto, algo desaliñado: «Carlos jamás habría concedido una entrevista vestido así, él siempre estaba impoluto».

Si bien habla con gran admiración sobre escritores como Fuentes o sus coetáneos en la escena literaria estadounidense -que es «como una carrera de caballos», en la que hay una «gran rivalidad y competitividad, aunque también mucha generosidad»-, el autor sigue augurando firmemente la muerte del lector. «Los lectores van a desaparecer. Seguirá habiendo novelistas que seguirán escribiendo, pero serán leídos por menos y menos gente. Tiene que ser así, simplemente hay demasiadas pantallas», dice Roth, el único escritor vivo cuya obra está siendo editada en su totalidad por The Library of America, uno de los mayores reconocimientos a que puede acceder un escritor en Estados Unidos.

«Dentro de 50 años -augura- habrá la misma gente leyendo novelas en Estados Unidos que la que lee hoy en día en Estados Unidos poesía del Renacimiento en latín».

Con una voz suave que esconde la feroz ironía que se desprende de sus novelas, esta leyenda viva de la literatura describe como una «agonía espontánea» su proceso creativo, que arranca con un primer año de trabajo «extremadamente difícil, extremadamente frustrante y poco satisfactorio». Pero no contento hasta que resuelve «los desafíos literarios» que se le presentan, Roth va hilando puntada a puntada esas primeras ideas impulsado por una «perseverancia» y un «afán de perfeccionismo» con los que va descubriendo un libro que al principio se antoja «turbio y nublado». Luchando contra ese proceso agónico, este eterno candidato al Nobel ha publicado ya 31 novelas, en las que ha escudriñado con maestría el alma humana y que le han convertido en el máximo exponente de la herencia de la gran literatura estadounidense, en línea con Francis Scott Fitzgerald, Ernest Hemingway o Saul Bellow.

Nacido en Newark (Nueva Jersey) en el seno de una familia de origen judío emigrada de Ucrania, Roth publicó su primer libro «Adiós, Colón» en 1959 y es autor, entre otros títulos, de «La conjura contra América» (2004), «Indignación» (2008) o su última obra, «Némesis» (2010).