Jaime Llames asegura que el estudio de Julio Galán Gómez no se entendería sin «la labor, la presencia y el trabajo arduo y espléndido» de su delineante, Francisco Ruiz Tilve, «que interpretaba y llevaba a buen fin los deseos y observaciones que señalaba don Julio, plasmándolas en el papel vegetal con la tinta china de barra que él mismo hacía en un cuenco de porcelana».

Llames cree que la arquitectura de Galán Gómez habla de «armonía, de una obra tranquila, serena, sin estridencias». Cuidaba y revisaba todos los detalles, se estudiaban los despieces de los pavimentos, los techos y los alzados de cada pieza a escala 1/20. Guarda en su memoria numerosas anécdotas, una de ellas, con el también arquitecto Enrique R. Bustelo, con quien Galán compartía la dirección de una obra en la calle La Fruta, en Avilés. «Cuando llegamos a la cubierta preparamos una muestra del tejaroz, después de haber recorrido parte de Asturias viendo y copiando ese detalle de las cubiertas. Don Julio quiso que la viese don Enrique y concertamos una visita con ambos. Aparcamos el coche y casi sin haber salido escucho a don Enrique, que dice: "Julio, esa casa tiene boina y tiene que tener sombrero". Al preguntar a don Julio por el significado me dijo: "Tienes que volar más cada fila de tejas"».