Filósofo

John Keane, destacado teórico político, es uno de los filósofos australianos más reconocidos del momento y preside el Instituto para la Democracia y los Derechos Humanos. Estos días visita España.

-¿Tenemos una democracia real en Europa y en España?

-Si lo examinamos globalmente, en Europa encontramos un grado de apoyo a la democracia de más del 90 por ciento de la población, que considera que es el mejor sistema. Sin embargo, la realidad es diferente y las encuestas evidencian que en zonas de Europa y en otros lugares del mundo (India, EE UU, España y Grecia, por ejemplo) una mayoría piensa que la democracia actual no está funcionando. Hay un distanciamiento de los partidos políticos, de las instituciones y de los parlamentos. Y es importante recordar que democracia es una forma especial de hacer política. Hay que entender que la democracia no es algo terminado, sino que siempre puede evolucionar para mejorar y perseguir una democracia mejor a la vuelta de cada esquina.

-¿Pero la calificaría de real?

-La democracia es muy vulnerable porque podemos ver sus lagunas o fallos fácilmente, y aumenta el número de gente que cree que la democracia actual es un fraude. Yo veo dos tendencias importantes. La primera, el clamor por una democracia más participativa y el declive de los partidos políticos. La segunda, la democracia monitorizada por los ciudadanos. La crisis ha hecho que surjan movimientos que monitorizan al poder, como los indignados en España o «Occupy Wall Street». Esta segunda tendencia está creciendo y está viva.

-Algunos consideran que estos movimientos no han servido para detener el recorte de derechos en Europa y España...

-Es cierto que todas las democracias se han visto dañadas por esta crisis económica. Tenemos en España el ejemplo de las cajas de ahorro, que han tenido un claro vínculo con el poder político y no han sido monitorizadas, no se les había pedido explicaciones públicas y no había transparencia. Han dejado España con el colapso, y la democracia ha sido dañada por este comportamiento. La mitad de los menores de 25 años no tienen trabajo, muchísimos licenciados están dejando el país. Y la distancia entre ricos y pobres se hace más grande, lo cual viola los principios de igualdad de la democracia.

-¿Hay esperanza?

-Sí la hay, pero cualquier poder que no sea monitorizado por la ciudadanía es muy peligroso. Y si la democracia estuviera destinada a sobrevivir, tendrá que tener una monitorización mucho mayor, porque aquí lo increíble es que muy poca gente ha sido detenida por los escándalos de corrupción. Es sorprendente que aquí la gente y los medios no lo hayan confrontado. Para que haya esperanza, deberá ser prioritario construir una regulación pública del poder, y los ciudadanos tendrán que reconstruir nuevos partidos y hacerlo mejor; cambiando el bipartidismo de PP y PSOE. Es un proceso lento que necesita tiempo.

-Usted habla en su obra de hechos que los gobiernos y el poder esconden y que no se hacen públicos en los medios. ¿Cuáles son?

-Hay áreas que no son monitorizadas ante el público, como los bancos y su vínculo con los políticos, o la industria armamentística, que es casi invisible. Y es muy importante que estas áreas se monitoricen, porque un poder sin transparencia es peligroso.

-¿Por qué es el periodismo tan importante para mantener el equilibrio de la democracia y cuál es su futuro?

-El periodismo es clave. Asistimos al colapso del antiguo modelo de negocio de los medios. Pero sigue habiendo periodistas que investigan y comprometidos. Y seguirá habiéndolos. El periodismo no está en absoluto muerto. Lo que está claro es que los nuevos medios de comunicación e internet dan posibilidades increíbles y hay que aprovecharlas y adaptarse, y será un espacio también para los ciudadanos.

-¿Qué aspectos debería saber la ciudadanía sobre los medios de comunicación que tal vez aún no sepa?

-Es importante entender algunos hechos clave. Primero: por primera vez en la historia están integrados el texto, la voz y la imagen. Segundo: la información puede ser copiada y transmitida a muy bajo coste. Tercero: vivimos en una sociedad red interconectada. Cuarto: la globalización hace que ya no hayan fronteras ni distancia. Es un mundo muy diferente al de nuestros abuelos. La población debe prestar más atención a los asuntos públicos, pedir explicaciones. Las nuevas formas de democracia están floreciendo y están muy vivas. El potencial para mejorar la actual democracia es realmente enorme.