Ciudad del Vaticano / Oviedo

Francisco puso ayer fin a la torre de Babel vaticana. El tradicional mensaje pascual y la bendición urbi et orbi los pronunció sólo en italiano, y lo mismo a la hora de las felicitaciones propias de la gran festividad cristiana. No siguió la costumbre instituida por Juan Pablo II y seguida por Benedicto XVI, que llegaron a dar los saludos de forma consecutiva en cincuenta idiomas distintos.

«Queridos hermanos y hermanas, a todos los que me escuchan en Roma y en todo el mundo, les dirijo la invitación del salmo: dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia», dijo el papa Bergoglio en italiano al final del mensaje pascual.

Después agregó: «Queridos hermanos y hermanas venidos de toda las partes del mundo a esta plaza, corazón de la cristiandad, y a todos los que seguís» el rito «a través de los medios de comunicación. Renuevo mi felicitación: felices Pascuas. Llevad a vuestras familias y a vuestros países el mensaje de alegría, de esperanza y de paz que cada año, en este día, se renueva con fuerza. El Señor resucitado, vencedor del pecado y de la muerte, sea apoyo para todos, especialmente los más débiles y necesitados».

El Papa Francisco concluyó su disertación, siempre en italiano, afirmando: «A todos os lo repito con afecto: ¡que Cristo resucitado guíe a todos y a toda la Humanidad por el camino de la justicia, el amor y la paz!».