Hay veces que para identificar un ambiente hace falta cerrar los ojos y escuchar. Porque en ocasiones un sonido también vale más que mil palabras. El de ayer en Oviedo fue mayoritariamente de gaita, de gaita de la buena, ese hilo musical que huele a fiesta y que envuelve a la capital cada último viernes de octubre, engalanándola con los acordes del instrumento más identificativo de Asturias. Ayer no fue una excepción. La gaita sonó alto y muy bien durante toda la jornada, desde las once de la mañana hasta casi las diez de la noche.

Sucedió que aparecieron momentos, más de dos y de tres, en los que hubo que afinar bien el oído para distinguirla del ruido de los silbatos, de esos silbatos que pedían paso para protestar por causas varias y abuchear a los protagonistas. La protesta, convocada por Confluencia Asturias, que aglutina a veinte colectivos sociales de la región, se convirtió en un acto de reivindicación contra distintas causas (el paro, los desahucios, la corrupción política, el cierre de empresas), entre ellas la propia celebración de los premios "Príncipe". A ella acudió el líder de Izquierda Unida en Asturias, Manuel Orviz.

La fotografía resultó realmente dispar. En la misma manzana convivían sonidos enfrentados, sentimientos antagónicos, opiniones opuestas, banderas de todos los colores y pancartas con contenidos contradictorios. Delante de la valla azul, a pie calle, se apilaba gente devota de los Príncipes como Choni Berdayes, capaz de viajar desde Gijón y aguantar ocho horas de espera para ocupar un sitio privilegiado frente al teatro Campoamor. Desde allí curioseó todo lo que pudo: "Me gustan demasiado los Príncipes y la Reina. Me gusta que Oviedo, que Asturias tenga estos premios, porque nos dan prestigio". Ayer fue la novena vez que lució su bandera de España con las fotos de la Familia Real debidamente pegadas y preparadas para atraer a las cámaras. Una opinión compartida por Sara Fernández: "Tener aquí a los Príncipes y al resto de premiados es una maravilla, la ciudad queda fenomenal de cara al exterior. Estoy de acuerdo con estos Premios, con quienes no estoy de acuerdo es con los de atrás".

Con "atrás" se refería Sara Fernández a la Plaza de la Escandalera, donde cientos de personas custiodiadas por grandes filas de agentes de policía alzaban sus banderas republicanas y asturianas y sus pancartas reivindicativas con lemas como "la España real no tiene nada que celebrar", "vosotros robando, el pueblo protestando" "vergüenza" o "no falta dinero, sobran ladrones". Gritos que respaldaba Almudena González, pegada siempre a su silbato. "Toda esta parafernalia no es necesaria en los tiempos que corren. A mí, como asturiana, todo esto me parece una humillación. Minería, industria, comercio... Todo se está yendo a pique y no son admisibles despilfarros así". "Esto es un desmadre", apuntaba Jesús Rodríguez. "Lo importante no son los recortes y que estamos perdiéndolo todo, lo importante es la foto de los políticos y los empresarios. Es una vergüenza", agregaba.

El punto de máxima confrontación entre las gaitas y los silbatos, entre las banderas de España y las republicanas, entre los gritos a favor y en contra de los Príncipes, coincidió con la llegada de la Reina, don Felipe y doña Letizia al Campoamor. En ese momento, el ruido resultó ensordecedor. A la salida de la ceremonia, sin embargo, predominaron las gaitas, mucho más ya relajado el ambiente. La jornada acabó sin más incidentes que la desconexión intencionada del enorme proyector dispuesto sobre un edificio de la Plaza para transmitir en directo la ceremonia.

El inicio del día, sin embargo, no registró tanta intensidad. Como siempre, las calles de Oviedo tuvieron más trasiego de lo normal y la expectación se concentró en el entorno del Reconquista, donde desfilaron tacones y corbatas para deleite de los curiosos ubicados en los márgenes de la céntrica calle Gij de Jaz. Hubo quien aprovechó sus privilegios y se adivinó hasta policías asomando por las ventanas de la comisaría, ubicada enfrente del hotel, para tener mejor enfoque. Detrás de la valla, con sus teléfonos preparados para la llegada de la Reina, esperaban María Esteve y Aurelia Girbés, dos mujeres de Málaga y Valencia ,respectivamente, que habían llegado a Oviedo exclusivamente "para esto". "Esto" era "ver de cerca a los Príncipes y conocer la ciudad en este día especial".

-¿Y qué les parece?

-Increíble. Todo muy estiloso, muy señorial. Este evento da mucha categoría. Ya lo quisiéramos nosotros para nuestras ciudades.

Aunque mucho menos intensas, por la mañana también hubo protestas. En este caso de la organización de los empleados públicos de Asturias, que se acercaron al hotel minutos antes de las doce del medio día para repartir un papel con "los otros premios "Príncipe de Asturias"". En un tono reivindicativo figuraron, entre otros, el premio "Ahí me las den todas" para los partidos políticos "por su tendencia a la corrupción", el premio "Calentito me lo llevo" para la banca privada o el premio "Desigualdad laboral" al ministro Montoro "por las mil maneras diferentes de aplicar el aumento de jornada a sus trabajadores y de reducirles el salario". La protesta no duró más de veinte minutos y el personal pudo seguir vitoreando a los verdaderos galardonados y esperando deseos imposibles. "Sólo quiero que venga la Reina y nos salude, nada más que eso", señalaba la ovetense Montse Gutiérrez. "Letizia podía salir a dedicarnos un saludo, que ayer (por el jueves) estuvo bastante fría", apuntaba Patricia González, una fija de todos los años.

"Yo es la primra vez que vengo, y no vuelvo más. No se ve nada", cerraba Ángel Otero, de Gijón. Y después sonaron las gaitas. y después sonarían los silbatos.